Monstruos que retozan en este sitio:

lunes, 17 de junio de 2013

El acumulador

Ella limpiaba, reponía mercadería y ayudaba en la caja del supermercado.
Esa tarde estaba tomando mate con el de seguridad cuando apareció el viejo, conocido en todos lados como acumulador compulsivo.
Le daba tanta curiosidad que se esmeró en ser amable y caerle simpática.
-Lo ayudo con las bolsas- gritó mientras se apresuraba a tomarlas.
El hombre de aspecto desalineado la miró un tanto sorprendido, se lo notaba tímido y solitario.
-No, muchas gracias, puedo solo- contestó intentando quitarle de las manos las bolsas.
Pero ella le hizo su mejor sonrisa, con ojitos achinados y hoyuelo en la mejilla incluido, y le respondió en voz baja: Estoy a quince minutos de mi horario de salida, llevo sus compras y ya puedo irme a casa.
El hombre aceptó un tanto dubitativo y caminó a su lado, despacio, mirando siempre hacia el suelo.
La muchachita sabía perfectamente donde vivía y lo esperó paciente fingiendo mirar algo en el celular cuando él se detenía ante algún canasto de basura y miraba curioso. En un par de ocasiones levantó cosas que guardó en el bolsillo con disimulo.
Dobló en la esquina, abrió el portón y entraron a un patiecito lleno de latas, oscuro y húmedo.
El olor penetrante la desorientó un poco pero no amedrentó su deseo de conocer la casa por dentro.
El viejo sacó otra llave y entraron.
La casa estaba oscura y el hedor a suciedad le quemó las fosas nasales.
Estaba tan fascinada con el interior de la casa: lleno de libros, discos, muñecos, bolsas y diarios que no percibió cuando el hombre cerró con llave.
No se podía ver ni un centímetro de pared.
Lo primero que le vino a la mente fue que parecía ser un lugar aislado del mundo entero.
-Si gritara, nadie escucharía- razonó asombrada.
-¿Podrías dejar las bolsas en el cuarto que está al final del pasillo? es la tercera puerta a la izquierda.
La muchachita aceptó gustosa.
Tardó un par de minutos en pasar por el estrecho corredor y encontrar la puerta.
Cuando la abrió lo primero que hizo fue buscar en la pared el interruptor. La luz se hizo y la locura también abrió de una patada la puerta.
Había 7 mujeres momificadas, sentadas alrededor de una mesa, tan pulcras y rectas que parecían señoras esperando que les sirviesen la cena.
Él entró y ella volteó a verlo.
La mirada de la niña, toda sorpresa y felicidad fue tan perturbadora que él dio un paso atrás.
-¿Seré parte de su colección?- gritó ilusionada - Siempre quise ser parte de algo asombroso. ¿Estaré en la cabecera de la mesa? Quiero ser la más joven y bella- sentenció frunciendo el ceño.
El viejo seguía retrocediendo, parecía que con cada paso se achicaba dentro de la ropa, cuando estuvo con la espalda contra la pared, ella pareció desilusionarse y agregó un tanto triste.
-Pensé que me encontraría con alguien que me superase. Siempre busco un maestro, el día que lo encuentre sé que el sabrá terminar con mi obra. La clave es el factor sorpresa- y sacando de entre sus prendas una navaja brillosa, lo atacó.
Durante la noche el viejo fue trasladado por partes a su casa y cada una de las extremidades acomodadas en los cuartos que deparaba para tal fin, lo demás lo tiró en el patio.
Su problema de acumulación compulsiva estaba superándola, pero nunca perdía las esperanzas de encontrar a alguien que estuviera un paso más allá y la tomase como parte de alguna colección. Las ocho cabezas de psiquiatras que se desdibujaban en la bañera le aseguraron que podrían con su problema... y la habían desilusionado. Ahora esperaba la salvación de una aberración similar a ella.

10 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

¡Uy! Esa si está loca de atar.


Saludos.

Peregrino dijo...

Bien Diana, me llevaste engañado por el camino del acumulador y luego pusiste en juego tu destreza y me hiciste ver que solo en tus letras el terror ocupa el verdadero lugar. Felicitaciones, simplemente me encantó. Abrazos

MORGANA dijo...

¡¡Diana!!
Magistral relato, el cazador cazado..cambiaron las tornas y el verdugo se convirtió en víctima.
Ufff,me ha encantado ,qué bueno!!
Besotes.

Patricia Nasello dijo...

Me voy con el estómago revuelto, Escarcha!!!!
Para un pervertido una perversión y locura mayor. Ajjjjjjjjjj
Extraordinario, amiga.

Beso tembloroso y admirado

Chaly Vera dijo...

Todos luchamos por superarnos y encontrar a nuestra alma gemela.

Besos

Bee Borjas dijo...

Me encanta la forma en que pegás el volentazo y uno se queda con la boca abierta en un "OHHHH" mezcla de espanto y sonrisa cómplice.
Diana, me gustó muchísimo!
Ni que hablar del factor dél tratamiento que le diste al síndrome compulsivo!
Grande, maestra!!! Besos acumulativos! Jejeje!!! ;-)

Pedro dijo...

¡Excelente pieza, Diana! Demuestras una pericia superlativa en el uso de la sopresa y el cambio de sentido; jugando con honestidad para evitar el reproche del lector.

Gran -repito,gran- trabajo.

Un abrazo,

Flor dijo...

Hola Escarcha , un relato muy bueno si señor , me a gustado mucho , un placer el pasar , por este bello rincón , besos desde mi baúl de Flor.

Recomenzar dijo...

wowwwwww que buen texto

César Augusto Pacheco dijo...

¡Un vuelco sorprendente! Fascinante historia en todo aspecto. Sin duda, tus narraciones son únicas Diana. Un abrazo admirado.

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