Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 13 de diciembre de 2009


El fin.

Regresar del trabajo era rezar cinco cuadras antes de llegar.
Aunque no creyese en dioses, ni vírgenes o santos, ahora rezaba.
Rezaba para que no aparecieran nuevamente los policías haciendo preguntas. Rezaba para encontrarla viva y sana. Rezaba para llegar y simplemente... encontrarla.
Ese miércoles volvía temprano, tenía un dolor molesto en el pecho. Angustias.
Antes de cruzar la calle ya se sentía el olor.
Dos vecinas le reclamaron algo que no escuchó por apresurar el paso.
Entró y un tufo a podredumbre la hizo retroceder.
En el comedor sentada en el piso, estaba Rosana, rodeada de animalitos muertos y descompuestos, algunos tan viejos que sólo eran amasijos de gusanos.
Estaba desnuda, sucia, y temblaba, con los ojos en blanco murmuraba frases incoherentes.
Alguien gritó y el aullido la sacó de su sopor.
Cerró la puerta y le puso llave.
Se paró a mirar la escena grotesca, sin entender, sin saber que hacer, con las piernas sin fuerzas, con el corazón destruido.
En este momento los vecinos estarían llamando a la policía y ellos vendrían y se llevarían a su Rosana.
La niña que veinte años atrás había parido.
Se llevarían a ese bebe al que le costo caminar. A esa niña aplicada que aprendió a leer con velocidad. A esa señorita que se miraba coqueta en el espejo. A esa adolescente que con los cambios devino en una mujercita extraña, delirante, taciturna, antisocial.
No importaba. Nada importaba. Era su niña a pesar de todo.
...
Fue una decisión tomada en el momento pero que la venía pensando desde hacía un tiempo, era un último recurso, una opción que esperaba no tener que elegir, pero que con miedo imaginaba que debería.
Era una decisión que toda madre tendría que tomar llegado el momento.
Si. Una decisión importante... ¡debía hacerlo!
...
¿Con que derecho vendrían a quitársela?
¿Con qué derecho la encerrarían y la tildarían de loca?
¡A su Rosana, a su bella y delicada Rosana!
Con el pié hizo a un lado los cuerpos podridos y se sentó detrás de ella, tomando el cuerpo desnudo y apoyándolo en su pecho. Le acariciaba la cabeza, ese pelo largo y hermoso.
No lloraba. Ya no había tiempo ni espacio para eso.
La recordaba de niña, de bebe, la recordaba sonriente y sana. Tomó el cuchillo que su niña tenía en la mano y la abrazó.
Murmuraba sobre capítulos escritos con la sangre de sus víctimas, de un libro negro que cuando estuviese concluido sería para él. Hablaba de la órbita de un ojo flotando en un vaso con fernet.
No tenía que llorar. Ya no había tiempo ni espacio para eso.
La abrazo de nuevo. No dejaría que se la llevaran. La abrazó aun con más fuerza.
-Te amo Rosana.
La muchacha se dio media vuelta y la miró con una claridad y cordura que ya creía no recordar.
-Yo también te amo, mamá... y te perdono.- terminó la frase y la claridad se descompuso, devino otra vez en ausencias, otra sarta de frases sueltas.
No había tiempo ni espacio para llorar.
Tomó el cuchillo y gritando lo hundió en el cuello de la niña que hacía veinte años su cuerpo había parido, cercenando la aorta.
La abrazo de nuevo cuando el cuerpo se convulsionaba ahogándose en su propia sangre.
Ahora si era el momento: el alarido comenzó en las entrañas y culminó en la garganta rasgando el tiempo y el aire. El llanto de la madre que había dado fin a la vida de su niña acalló la música del aire y la respiración de Dios, insultó al sol y a la luna y sepultó a la luz en la tumba de la oscuridad.
Cuando levantó la mirada el rostro de un hombre negro estaba a milímetros de ella y por un segundo hasta pudo percibir su aliento caliente. Retrocedió espantada sin soltar el cuerpo muerto de Rosana.
El tipo sonrió con la agrura de las noches.
Se quedó muda mirándolo, él se incorporó mostrando un cuerpo deforme, con pústulas y tumores sobresaliendo de los lugares menos esperados.
-Soy la esquizofrenia de tu hija- le murmuró - tu falta de fe me dejó triunfar y avanzar como gangrena pudriendo todo en lo que me cernía. Conóceme. Fui su compañero, amante y mentor. Tu falta de fe me la cedió y tu mano asesina me la obsequió.
La mujer comprendió todo en un segundo.
Años de psicoanálisis y drogas, años de tormento y un cuchillo empuñado por la asesina menos imaginada corto el cuello acallando el delirio de una mente sana en un alma contaminada.
Gritó asqueada, gritó asustada, deshecha y torturada.
Cuando volvió a abrir los ojos, él ya no estaba.
En cuanto lo escucho de nuevo se dio vuelta buscándolo, lo sentía susurrar pero no estaba, comprendió que lo escuchaba en su interior, en su mente.
La voz era dulce y tranquilizante, por fin sintió la paz que no encontraba desde la enfermedad de Rosana. Se sentó en el piso, pacifica y doblegada a escuchar.
-Mujer, tienes que buscar el placer en todos lados, no sólo en los lugares moralmente correctos. Escucha y aprende. La felicidad puede estar en la órbita de un ojo flotando en un vaso con fernet.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

"Cadena de silencios,
campos de angustias.
Ya la nada me agobia.
El oscuro abismo
se agolpa en los tímpanos.
La risotada del éter
se atraganta en las venas.
Compréndeme amor.
Lo demás ya no importa.
Ámame y corta la aorta,
ahora mi sangre
es tuya también."

Ahora escribes con las venas abiertas mi niña, el camino es largo pero me gustan las historias cortas. Una vida breve pero intensa es más que suficiente.
Tu historia quedará grabada en la conciencia de muchos. no serás olvidada.
Encontraste la plenitud, comprendiste el concepto.
La felicidad puede estar en el sexo amputado de un hombre, en el salto de un niño en la cuerda, o en la órbita de un ojo flotando en un vaso con fernet.

domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Qué has hecho Rosana?

Llegó a su casa a las 5 de la madrugada y cruzó corriendo en puntitas de pié hasta su habitación, había una mezcla de alegría e inocencia en sus pasitos.
Era como una niña de cuatro años jugando, robando frescura a la mañana, tiñendo de sangre el oscuro destino, bailando pequeñito para no ser encontrada.
...
-¿Rosana?- preguntó la madre desde su habitación, respirando aliviada. Su hija acababa de entrar. ¡Había vuelto! Su hija. Su pequeña hija. El tesoro que cada segundo temía perder. El eterno alarido extraviado en una mente alienada. ¡Su niña!
Empujó despacio la puerta.
Rosana sonreía sentada en su cama.
La sonrisa más bella y a la vez la más distante. Ella, no era ella.
Prendió la luz y la claridad le partió en mil pedazos la escoria que le quedaba por alma.
-Rosana- murmuró -¡Rosana!
La muchacha le extendía las manos, mostrándole un pedazo amorfo de carne, y le sonreía. Era como una niña de cinco años, traviesa e inmadura.
Le acarició el pelo con ternura. Era su hija.
En silencio le sacó la ropa ensangrentada y se la llevó, arrastrando los pies al marcharse, apoyándose por ratos en la pared para no caerse, para no perder el equilibrio del dolor y la razón.
Media hora después, sentada en el pasto del patio de su casa.
Miraba la hoguera... llorando en silencio.
...

viernes, 4 de diciembre de 2009



¡Shhh, silencio! Rosana descansa.
Tiene un pedazo de carne en la mano que a simple vista no se reconoce que es.
Hay una cascada de sangre que intenta coagularse regada por todo su cuerpo, adornandola de tonos oscuros, parece una pintura, un cuadro maldito, un escalofrio violento pincelado en tela.
Sonrie en sueños.

¡Shhh, silencio! Rosana descansa tranquila.

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Vos te meterías con una mina como ella?

Se despertó con el sonido de la música.
Era un tema que a ella le gustaba escuchar cuando estaban juntos, escondidos, en la casa de él.
"Tu eres mi obsesión" decía el estribillo. "Tu eres, tu eres, tu eres mi gran obsesión".
Ultimamente se ponía inquieta, le soltaba las manos y caminaba de una punta de la habitación a la otra, hablando sola, abriendo y cerrando los puños.
El chico a veces esperaba paciente a que le pasara, en otras ocasiones le temía.
Se corrían rumores. Se hablaba de ella. Nada concluyente, nada comprobado, chismes de viejas de vereda.
La Rosana que él llevaba a la cama era cambiante. Reía a las carcajadas o lloraba intensamente, pero nunca haría lo que decían... lo que se hablaba... chismes de viejas desdentadas.
A veces esperaba paciente a que le pasara, en otras ocasiones le temía. Ese día, ¡Rosana le provocaba miedo! El solo verla, moviendose despacio, murmurando, con una pequeña luz iluminandola desde un lateral, le ponía los pelos de punta. Parecía un fantasma, una aparición satánica... una bestia en un extraño ritual, próxima a dar muerte a su presa.
-Tu eres mi obsesión- gritaba llorando y hamacando el cuerpo, como bailando, dándole la espalda, levantando un brazo y extendiendo la mano, como queriendo alcanzar algo.
-Tu eres mi obsesión. Tu eres, tu eres...- y se lamentaba - No puedo, no puedo, no quiero, no me obligues, no me insites... la obra quedará inconclusa- por ratos lloraba.
Se levantó despacio y caminó con sigilo, algo le decía que esta situación no era como las demás... algo le decía que ahora no era como ayer.
La rodeó poniéndose frente a ella. Seguía hablando, llorando, cantando.
-Tu eres mi obsesión. Tu eres, tu eres, tu eres.
Un cuchillo tipo carnicero, de grandes dimensiones aprisionaba contra su pecho y brillaba con especial encanto. Tenía los ojos enrojecidos, hinchados, abiertos inmensamente, las pupilas dilatadas.
-Tu eres, tu eres, tu eres...
Lo miraba y aun así parecía no verlo.
Dudó un instante, un segundo, y decidió que hoy no era como ayer.

Se dió media vuelta e intento huir.

Letras en la pared

Quiero no escucharte
para otra vez poder oír.
Quiero no necesitarte
para otra vez poder vivir.
Dame el cetro,
quiero el control.
Quiero mandar y ser reina.
Dominar mi manos
y ocultar las garras.
Levantar los brazos
y esconder las alas.
Abrirme las venas
y desangrar el odio
con el que me alimentas.
Jugar a ser Dios
y reventarte con mil centellas.
Dame la posibilidad.
Me estoy enamorando
y quiero amar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿y ahora?



Ha notado que la mira y a veces le sonríe.

Le dicen "Rody" y vive a unas cuadras de su casa.

Ha sentido la necesidad de usar faldas y peinarse bonito.

Cuando lo mira, ella, le sonríe.
Él inventa escusas para acercarse.

La primera charla se dio una tarde calurosa en la que se disponía a ir al monte con una cría de la perra de su vecina.

Mientras charlaban del tiempo, se encontró feliz y pronto cedió a la satisfacción de sentirse normal. Era como las niñas bonitas que coqueteaban en las esquinas (aunque ellas no se orinaban cada vez que destripaban un gato).

Se pasaba el perro de mano en mano y sonreía hamacando los hombros de un lado al otro.

Él, antes de irse, como de pasada, le preguntó si algún día podrían salir a tomar algo.

¿Podrían? ¿Ella podría?

Su alma insomne y su mente podrida... ¿podrían?

Hacía quince minutos que se contenía con calores que le subían desde su entrepierna y hacían eclosión en el estómago. Quería morderlo, probarle los labios, arañarle el pecho y arrancarle los pezones, jugar con su ombligo y beber de su sexo. ¡Su sexo! ¿Qué gusto tendría? ¿Cuanto tardaría en reventar si ella lo apretaba con las manos o lo mordía salvajemente?

Se dio cuenta de que él callaba esperando una respuesta.

Intentaba concentrarse pero no podía, él le hablaba en la cabeza y le contaba las dulces sensaciones que la dejarían en un coma agónico de dicha si se lo tiraba y después se lo comía en trozos asados a la parrilla.

Bajó el rostro y casi retirándose le contesto.

-Algún día, tal vez.

martes, 1 de diciembre de 2009

Él regresa

-No estabas.
-Vos no me querías ahí.
-No estabas.
-Yo si quería, pero no puedo si vos me evitas. Si tomas las pastillas no estaré... me necesitas, todavía no estas preparada para vivir sin mi.
-Ya se
-No tienes que tomarlas. Rosana sos la única dueña absoluta de tu vida. Nadie tiene que decirte como vivir, donde amar, en quien odiar, para que sanar o si es malo matar. Confía en mí, yo te ayudaré a alcanzar lo que deseas, conmigo te sentirás plena. Soy tu amigo, yo te enseñare a caminar, y recuerda:
"La felicidad puede estar en el salto de un niño en la cuerda, o en la órbita de un ojo, flotando en un vaso con fernet".
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