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martes, 30 de marzo de 2010

CÁNDIDA (primera parte)


Comencé a escribir el cuento dos días atrás, por lo general, cuando tengo una idea la construyo mentalmente y me siento a escribir sin levantarme hasta haberla terminado.
Pero ésta es especial, me llevó más tiempo.
Cuando comenzaba terminaba exhausta y debía tomar descansos cortos. Luego perdía el hilo del relato y no seguía en el momento.
Escribir un cuento, es para mí, un momento de concentración y metamorfosis. Siempre termino identificándome con su protagonista. Será porque a mis personajes siempre les pongo algo de mí, tal vez una lágrima, una sonrisa, un pensamiento o una manera de sentir…
Y esta no fue la excepción.

……

La historia trata sobre Cándida, una joven de dieciocho años, dulce, serena.
La muchacha de tez morena regresa a su casa tarde, de noche, el camino bordea una zona montuosa. Cándida no tiene miedo. Vive allí con su madre, desde que tiene uso de la razón. Todos se conocen y protegen.
Pero aquella noche algo llamó la atención de la morena joven y hace algo que nunca hizo o hubiese hecho de haber tenido el tiempo suficiente como para pensarlo: cruza la calle y se interna en el monte, una luz brillante la atrae… la llama.
Cándida está cegada por la belleza de aquella imagen, está perpleja, obnubilada.
Cándida ya no piensa, sólo camina abriéndose paso entre la maleza hacia esa magnífica y embrujadora aparición.
No escucha las voces.
La luz va tomando una forma extraña a medida que se acerca, a su alrededor. Hay cinco mujeres vestidas con mantos negros, están arrodilladas y recitan algo, alguna grita de vez en cuando y levantan los brazos en perfecta armonía.
Cándida pasa a través del círculo sin mirarlas.
Una de las mujeres reacciona violentamente y se tira sobre la joven, algo la detiene, se estrella contra una muralla invisible y cae a la tierra con la nariz ensangrentada.
Las otras mujeres gritan aterradas.
Dos de ellas huyen despavoridas sin ayudar a la herida.
Cándida ha ingresado a la luz y una fuerza sobrehumana la levanta manteniéndola unos segundos en el aire y la arroja unos metros fuera del círculo, cae pesadamente sobre unas ramas y queda inconsciente unos cuantos segundos más.
Cuando abre los ojos está sola en ese claro del monte. Siente calor. El cuerpo arde. Corre unos metros guiándose por los sonidos del escaso tráfico que se maneja por aquellos lugares.
Al llegar a la calle un muchacho la ve salir del monte y comienza a seguirla, le propone obscenidades mientras se desplaza dos pasos por detrás de la mujer.
Cándida se siente distinta.
Cándida se siente ajena a esa situación.
La está viviendo como espectadora. La protagonista es alguien a quien ella no conoce e ignora porque domina su cuerpo.
Cándida se da media vuelta y le sonríe.
Reduce la velocidad y una vez más se interna en la zona montuosa. Girando el rostro para mirarlo, sonriendo insinuante.
El grito de el muchacho no se escuchó porque en realidad fue un resoplido, una especie de suspiro.
En cambio, al rugido del animal, lo escucharon varios.
Una mujer que barría la vereda a casi una cuadra de ahí, tiró la escoba y entró persignándose.
Un hombre que pasaba en su bicicleta apuró el ritmo con un escalofrío que le trepaba por la espalda.

4 comentarios:

Musaraña dijo...

Que continue!! Muy bueno, felicidades!!

Me tienes intrigada jodía. Creo que me has convertido en una yonki de tus letras. ¿Has leido Vampyr? Quizá te guste, aunque tus historias inquietan más y están mucho mejor que los libros que se venden tanto ultimamente.

Un beso, y ponte a escribir ya la siguiente parte. Tengo un mono...

Carlos dijo...

Continua, sigue, abanza, escribe más, quiero saber como continua...

madroca dijo...

Como siempre, nos dejas con el alma en vilo, la única diferencia es que esta vez no sabemos el final,,,,`¡¡¡ y lo necesitamos!!!!

Malena dijo...

Más..! Quiero más, mi niña!

Voy al final..!

Male.

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