Monstruos que retozan en este sitio:

miércoles, 8 de mayo de 2013

Los años



En una época gozó de ser observada, ahora se relame de gusto observando.
El cambio no fue traumático, sino más bien el trueque de un gusto morboso por otro.
Dejó de ser el objeto central de adoración para convertirse en la mujer madura, vestida de gris, que escondida bajo unos anteojos grandes y oscuros pasaba lista mentalmente de los muchachitos que tenía marcados.
Tan bellos, con la carne dura y la mirada perdida en trivialidades. Tan jugosos y jóvenes, con tanta vida derrochándose por los poros.
La vejez se avecinaba con sabiduría y hambre. Un hambre monstruoso, un hambre que le devoraba el estómago convirtiéndola en un saco de jugos gástricos. Hambre con olor a hembra. Hambre que quiebra, que doblega, hambre que obliga a la envidia, a la corrupción, al toqueteo jugoso, a la búsqueda de lo que no se puede tener, lo prohibido, lo perdido.
Se sienta en el bar y mientras pide un te de hiervas lo observa. El número uno tiene que ser especial, es el elegido y aunque aun él no lo sabe ya tiene un altar construido para su círculo de deidades testosterónicas.
Está con una compañera y comparan notas, hablan de sociología, política y religión. Suben la voz tratando de imponer ideas, y la fuerza que emana, la deja doblada en un calambre pélvico.
Espera a que se retiren y lo sigue.
Corre un poquito para alcanzarlo en ese tramo oscuro del camino y cuando está a dos pasos de distancia apoya el bastón en el suelo y tira el bolso. Sabe que se ha dado vuelta, ella hace el esfuerzo por agacharse y él corre a ayudarla. Cuando ese dios obsceno y lujurioso está abajo levantando medicinas, peines y pinturas varias, percibe su aroma. No hay perfume artificial, sólo la dulce esencia de su juventud, de la sangre corriendo sin objeciones. Está a punto de acariciarlo cuando se levanta y le acerca la cartera con una sonrisa tan dulce que la deja sometida a una oleada de espasmos orgásmicos.
Ella está parada, inmóvil, con una mirada estúpida y él comienza a sentirse incómodo.
Le pide que la ayude a cruzar la calle y toma su brazo, en la cercanía de un baldío levanta el bastón y lo golpea con fuerza.
El impacto lo toma por sorpresa. Está aturdido y el dolor punzante en la frente lo ha dejado noqueado por unos segundos, pero la adrenalina lo normaliza y tras empujarla decide huir, al comprobar que bajo el disfraz de anciana hay una mujer fuerte.
Lo ve correr.
Ha quedado con el abrigo entre las manos, no le ha dado tiempo ni a morder esa carne jugosa, se acerca la prenda a la cara, la huele y se orina, casi convirtiéndose entera en fluido caliente.
Cuando llega a su casa, prende la única luz que tiene y que ilumina un estante vidriado de un metro setenta y cinco de alto. Llora un poquito arrodillada ante el altar, se desviste sin apuro y entra al baño a ducharse. En la oscuridad de su morada, sin espejos que le recuerden que la vida avanza y el final se acerca, triplicará el entrenamiento diario, necesita la fuerza de antaño para poder traer a la casa a sus demiurgos.
Pareciese que pasaron mil años desde que su carne de piedra fuera idolatrada, ahora se toca y se hunden los dedos en la flaccidez de los años.
No se mira, desde hace un milenio: mira a los demás.

11 comentarios:

Peregrino dijo...

¡Muy bueno Diana!!!! Las descripciones son incomparables!!! Voy a comenzar a mirar a las ancianas con un poco más de detenimiento, por las dudas, digo...

Ikana dijo...

Abuela más peligrosa. Nunca te fíes de una entrañable abuelita O_o

Patricia Nasello dijo...

"...acerca la prenda a la cara, la huele y se orina, casi convirtiéndose entera en fluido caliente". Si seguís así, Diana, en cualquier momento serás la Stephen King argentina!!!!
O King será recordado como el Belaútegui norteamericano?!
Besos admirados

Bee Borjas dijo...

Terrorífica!!! Tenés ese don de que se me pongan los pelos de punta! Quién diría que la viejita es un bicho tremendo???? Este mancebo zafó, lamento el destino de los próximos...
Fenomenal, Diana!!!!
Besos embrujados!
P/D: Ayyyy, se me viene a la mente la imagen de la vieja!!!

Sílvia dijo...

Hay que mirarse a uno mismo también,
de dentro a fuera y al revés :)

Anónimo dijo...

Hola Escarcha , jolines con la abuelita , ahora gracias a ti tendre mucho cuidado a la hora de ayudar a los "Abueletes" ya que conozco a unos cuatos ,te deseo un feliz fin de semana besos de Lm.

Eres muy buena ,me a encanto te felicito .

Chaly Vera dijo...

A gata vieja, ratones tiernos.

Me sigo maravillando de esa feraz imaginacion.

Besos

Shorby dijo...

Que mire, que mire!!
Buen relato, Escarcha!

Besotes

César Augusto Pacheco dijo...

¡Zarpado el relato y zarpada la abuelita milenaria! ¡Genial Diana! Qué potentes son tus historias; sin duda, eres mi ídola bloguera del terror. Abrazos admirados para ti.

MORGANA dijo...

¡¡Caramba con la abuelita!!Seguro que no ha salido de un cuento de hadas,no..
Ah cuanta fuerza en tus letras,echaba de menos tus relatos.
¡¡Besos ,reina!!

Renate Mörder dijo...

Genia, es buenisimo!!
La descripción de las sensaciones de la protagonista es fantástica!
Besos

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