Se despierta gritando, hay un calor palpable. Una luz que se dejó prendida por descuido, en el corredor, da una pequeña penumbra en su cuarto y
puede ver huir al ente que la somete, es un cuerpo abstracto, intangible,
delineado en la bruma, un cuerpo que sin materia se materializa y seduce su
inconciente, ultrajando su sexo violentamente.
Llora sin saber que hacer, a quien acudir. Ya ni siquiera
revisa el departamento, sabe que no lo encontrará.
Una amiga le aconseja tirar agua bendita en cada rincón del
departamento, otra recorrerlo quemando incienso, una tercera le regala velas
rojas y el número telefónico de un muchacho que podrá calmar ciertas urgencias que parecen estar volviéndola loca, pero una cuarta amiga, después de meditarlo bastante, le dice que lo
aprisione, que lo encierre y no le permita salir.
-La gotera está pero nunca hay agua en el piso- medita en
voz alta- lo que sea que hay en tu casa se escapa hacia arriba, nunca queda en
tu departamento, tienes que atraparlo ¡y expulsarlo!
Tras pasar una semana tranquila, al octavo día el sueño
violento retorna, siente que está en su entrepierna, tocándola, quemándola con
sus manos de vapor.
Se ha preparado para esta instancia, está lista, esperaba el
momento de sentirlo nuevamente, quiere enseñarle que a su cuerpo se lo respeta,
que no puede tocarlo ni con el aliento caliente que emana su ser nefasto.
Se despierta dando un salto, abre la ventana y prende el
ventilador que tiene preparado, se sube a la silla que está situada en el lugar
estratégico y con toallas seca la gotera, absorbe la humedad. Se llenan de agua
cuatro toallones, es un líquido extraño, casi aceitoso, con un olor que se
profundiza mientras es absorbido.
Trabaja con ahínco, no quiere que ninguna gota se le escape
y regrese al techo. Agitada corre con las toallas, saliendo del departamento,
cruzando la calle en camiseta y descalza. Las tira lejos y retorna. Sólo unas cuantas gotas sanguinolentas pudieron ser reabsorbidas por el concreto del techo.
La pieza aireada con el ventilador aun funcionando está
perfectamente seca, la mancha en el techo no existe. Se siente victoriosa. Los
sueños desaparecen. La calma regresa.
Ni siquiera se cruza con el vecino de arriba, sabe que está
porque lo siente caminar, despacio, con lo pasos menos notorios. Cuando le
llega la noticia, unos días después, sobre la muerte del hombre, se siente
extrañamente aliviada.
Lo escucha mientras dos mujeres sacan conjeturas en el
corredor. No se queda a escuchar los pormenores de la enfermedad que lo aquejó
repentinamente, haciéndolo perder casi 10 kilos en una sola noche. Se va antes
de oír que no se repuso a la pérdida de líquidos, nunca logró recuperarse de un
extraño caso de deshidratación aguda. Cuando lo sacaron del departamento
parecía una momia egipcia.
No hubo autopsia.
Ella recuperó su calma.
No hubo autopsia.
Ella recuperó su calma.
FIN
9 comentarios:
Simplemente ¡EXCELENTE...!!!!!! Muy, pero muy buena creación con una narrativa muy descriptiva y acertada. Mis más sinceras felicitaciones!!!!!
Hola Escarcha , un final como dice peregrino , excelente no pensaba que fuera a cabar asi , me a gustado muchisimo , mis más sincera enhorabuena amiga , eres una pasada de verdad , un beso de Lm.
Te ha salido una historia bastante completa. Me gustó mucho. Tiene dosis muy sugerentes de erotismo unidas a situaciones angustiosas. Buen guión.
Un abrazo.
Muy buen final, Diana!!!
El suspenso, la tensión y la resolución fueron impecables.
Lo deshidrató al viejo perverso... Eso de que parecía una momia, me dejó pasmada.
Te luciste, Escarcha!!!
Besos embrujados, mujer!!!
Genial desenlace. Se lo merecía.
Tus cuentos tienen una envoltura de soledad.
Besos, Diana.
Es fantástico este final!!!
Impecable, una historia bien atada, finalmente nos llevaste y nos dejamos guiar, has crecido una barbaridad!
Besos tesoro!! ¡¡¡Qué rico estar aquí!!!
Perfecto final =)
Besotes
Ya me olía yo algo respecto al vecino... pero nunca hubiese imaginado tal desenlace.
Genial, mujer!!!
Es un lujo leerte.
Un beso.
No pude para hasta terminar, te quedó perfecto.
Me gustó mucho el desenlace, la mujer enfrentó sus miedos con inteligencia... el extraño poder del vecino (mutante o demonio) parecía invencible.
Un beso.
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