-La próxima vez que me ponga una mano encima la mando a la mierda- se decía frente al espejo, pero sólo en eso quedaba, en una amenaza guardada en lo hondo de sus deseos censurados.
Puso el nombre de la vieja en más de una conversación y las historias que circulaban alrededor de su persona comenzaron a surgir. Se enteró que Cándida tenía una hermana gemela que cansada de sus desvaríos se había ido abandonándola, otra elucubración oscura contaba que la mujer había desaparecido un día y todos sospechaban que la vieja se la había comido en un acto despojado de toda salud mental.
Desde esas época su personalidad cambiante se había recrudecido.
Por ratos la Cándida sentada en el patiecito que daba a la calle, era una mujer simpática, que saludaba a todos con esa sonrisa que no dejaba ver los dientes, en otros era parca, gruñona, amenazante. Mientras regaba las plantas desde su mecedora, mojaba a todos los niños que pasaban jugando por su vereda al grito de: ¡¡¡piojosos de mierda, se van a sus casas!!!
El verdulerito quedó asombrado por todos los chismes que corrían desde antes de su nacimiento, sobre Cándida, la vieja demente del barrio. Muchos años antes, decían los memoriosos, andaba detrás de cuanto pantalón se cruzara por frente. Más de un viejo la recordó con sonrisas picaronas, siempre se llevaban la mano al sexo que picaba ante la imagen mental que se formaba.
-Zorra, se las sabía todas- comentó uno con baba en la comisura derecha del labio.
-Vieja puta- pensó el muchacho, cuando la vio aparecer en la esquina con su bolsa y dirigirse hacia el lugar.
Era tarde, no solía hacer sus compras a esa hora.
Cuando terminó de llenar las bolsas con todo lo que indicaba, ella se fue a pagar y habló con su jefe. El muchacho esperó la orden del hombre pero no llegó. La mujer salió sonriendo y dando las gracias.
El muchachito quedó con las bolsas en el mostrador sin entender lo que había pasado.
-Tenía cosas que hacer y no estará en la casa- le explico el hombre- me pagó todo y dejó el pago para que lleves todo a las 9 de la noche, a esa hora ella ya estará de regreso. ¡Le llevas las cosas y ya te vas a tu casa, changuito!- suavizó el hombre cuando vió la cara de sufrimiento en el niño.
-Vieja de mierda- pensó- ¿que quiere ahora?- y su mal presentimiento no estaba desacertado.
continuará
11 comentarios:
Muy buenas las descripciones, logras generar asco y repulsión, que no es poco a través del relato...!!! Pero eso de dejar la continuación en suspenso...¡No se hace...!!!!! Muy bueno Escarcha, espero ansioso la continuación!!!!!!!!
Ayyyyyyyyyy!!! Pobre chico...
Esta Cándida viene más perversa que nunca!!! Mirala vos, era ligera de cascos!!!
Che Diana, coincido con Osvaldo!
No se deja esto así!!!
Que se venga la próxima!
Besos embrujados, morocha linda!
Pues todo pinta, que la vieja Cándida se lo va a comer blandito.
Bueno, pues otro más que de dice lo mismo: ¡esto no se hace!
Buena narrativa escarcha, sabes esplayarte en detallles.
Besitos
Joer con Cándida...menuda está hecha.
Me has dejado con ganas de más...espero que la publiques pronto.
Mi beso ...a Cándida nada de nada.
¡¡guapaa!!
Hola Escarcha , ya veras como al final acaba mal el pobre muchacho ,no me hagas sufrir más por favor , estoy en ascuas ,ja,ja,ja, muy bueno besos de Lm.
:)
Tú sigue dándole al suspense en la verdulería.
Anda que...
Bueno, esperaremos a ver qué sucede esa noche tan esperada.
A ver con lo que nos sales!!!
Besos.
Un abrazo enorme ,enorme y espero el desenlace.
Besazo
¡Pobrecito se lo van a comer!
¿Comer o coger?
Me hiciste aullar desde que vi, antes de comenzar la lectura, el cartelito "continuará"
Diana, por favor, pedile a Escarcha que tenga piedad de ese jovencito ...y de los lectores!!!!
Apurá esa tercera parte amiga
Besos, mil
Esta mujer da miedo, la verdad! Esa bipolaridad de personalidad, es escalofriante...
Lo que yo no sé es que está planeando.. las nueve de la noche? madre mia! pobre muchacho...
Voy a leer el final! ya estoy intrigadísima.
Besitos mediterráneos.
Nooo, no quiero ir, digo, no quiero que vaya.
Me da miedo continuar.
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