Dedicado a D.G.
Brevetta se sumergió en el monólogo y ellos bucearon por el respetuoso silencio que era reservado sólo a aquellos profesores que lograban desligarse de su personaje de malo con batuta y se arriesgaban a convertirse en un par, con unos años más.
La magia caía en cuentagotas produciendo angustia y miedo con sensaciones térmicas de bajo cero.
La historia que les contaba era tan antigua como el colegio y los condimentos que las distintas voces le agregaron a través de los años la habían macerado hasta convertirla en un exquisito manjar de horror.
Las puertas escondidas en la parte trasera del edificio y fuertemente protegidas con candados encerraban turbios accidentes biológicos de sus ancestros estudiantiles.
El linaje les pedía revancha, venganza, que la historia saliera a la luz y pudieran sus nombres descansar en la paz de los inocentes, de los erróneamente involucrados, porque los grotescos resultados de las clases de biologías habían estado supervisado por profesores que prefirieron esconder los resultados y poner un candado en la puerta… con la intención de olvidar.
A la historia la habían escuchado con anterioridad (¿o no?) ya sabían que los monstruos más groseros y amorfos se escondían entre la humedad de sus túneles (¿o lo estaban escuchando ahora y lo confabulaban con el tiempo?)
Eliana, Gisela, Diana y Mariana decidieron que no estaban preparadas para la verdad y que las puertas continuarían escondidas en lo desconocido hasta que se graduaran, y más también.
Gastón, Nicolás, Facundo, Franco e Ignacio se prepararon como fieros guerreros, culpándose unos a otros por la puñetera cobardía que se acusaban entre ellos sin lograr nada.
Ninguno se animaría a abrir las puertas, estaban cerradas con el precinto de lo desconocido y continuarían así por varias generaciones.
Se acercaban sacando pecho los valientes, pero el sonido de cuerpos que se arrastraban y deambulaban en la oscuridad les pegaba tan fuerte que retrocedían sintiéndose menos hombres.
Una casa embrujada se alimenta de miedo, si no hay gente que le teme es sólo una casa vieja más.
Con las puertas pasaba lo mismo, si no le temieran no escucharían los ruidos, y los extraños errores de laboratorio podrían seguir sus vidas sin temer que algún día un alumno desquiciado rompa el candado para entrar y sacar a la luz sus vidas tranquilas. Después de todo, ellos, no le hacen daño a nadie, un alumno perdido cada década no despierta sospechas… y la carne dura… la carne sacia… la carne los deja tranquilos en sus escondites imaginarios, en sus existencias poéticas y truculentas. Orgullosos de seguir siendo… las leyendas oscuras del colegio.
23 comentarios:
Y qué puntito encantador tienen aún así las leyendas jejej
Estupendo relato =)
Besotess
;)
D.G.
Què bueno, Escarcha querida!
Te cuento algo: Cada vez que iba al laboratorio, había un armario grande que estaba cerrado con llave. Las monjas nos decían que aún no era tiempo de ver lo que allí guardaban...
Un día estaba la puerta abierta, y me superó la curiosidad.
Fue cuando conocí a "Charlie"
Era un esqueleto de tamaño natural que me dejó boquiabierta.
Salí corriendo como si me persiguiera el demonio...
Què pedazo de corbarde! Jjajjaja!
Tu texto me hizo recordar, la de misterios que se esconden detrás de los muros del colegio...
Gracias y bravo por el post, GENIAAAA!!! :D
Interesante lugar para escribir las historias más macabras, el laboratorio donde se esconden bajo candado todos los misterios del ser humano.
Es cierto que cuanto más se cierran las puertas, más queremos saber que se esconde tras de ellas.
Curiosos que somos XD.
Besos, Escarcha.
Me fascinan todos tus relatos de terror te lo he dicho no?
Me encantan tus relatos...
Una casa vacia como casi todo lo que nos causa terror se alimenta del miedo... y es este mismo que nos incita la curiosidad y nos paraliza al tiempo...
Cuantas leyendas hemos escuchado y cuantas puertas con candado hemos querido curiosear...
Todo depende de la visión del momento, la opción de la mente... porque si mal no recuerdo, las cosas con la edad tienen otras perspectivas.
Eres genial Escarcha...
Un beso gigante.
Shorby las leyendas son encantadoras, ¡y las de miedo que generan!
D.G. me alegra que te gustara
;)
Bee, te cuento un secreto, las puertas de las que hablo son del colegio donde va mi hija y la historia se las contó un profesor, cuando ella me lo decía yo lloraba de la risa!!!! pero su carita me confirmó lo que temía... CREO QUE ELLOS SE LO CREYERON TODO! JAJAJAJA
un besote genia
Zarzamora, es cierto, no hay peor cosa que una puerta cerrada con candado, la curiosidad nos mata!!!
un abrazo mujer!
Galatea, amiga, es como lo dices: todo depende de la visión del momento y de su capacidad de imaginación y en un grupo de adolescentes la de imaginación que hay!!!! desborda!!!!
un abrazo niña.
¿Entonces si existe el colegio? vaya, espero que no existan los fantasmas.
Saludos.
si malquerida!!!! el colegio existe, es más, hace mil años luz yo también asistí al mismo pero esa zona no estaba habilitada, supongo que los fantasmas y los monstruos... ya se gestaban!
un abrazo malquerida
me quede pegada al monitor y mis ojos se abriero con "si no le temieran no escucharían los ruidos" tienes razon pero xD algunos no lo queremos hacer
gracias por pasar moninit4!!!
Exquisito relato. Disfruté mucho la variante de que las sensaciones de miedo hayan sido socorridas por las reflexiones sobre el miedo.
Siento mucho gusto de estar por aquí.
D.
Gracias por pasar Daniel y comentar sobre el texto.
Un abrazo!
"Una casa embrujada se alimenta de miedo, si no hay gente que le teme es sólo una casa vieja más".
Qué bueno escarcha, esta frase me ha encantado y para mí, resume toda tu historia perfectamente. Me ha encantado tu leyenda, un besazo!
El miedo engendra mas miedo.
Es como el amor, que engendra desilusion.
O como la pasion que termina en hastio.
abrazos
gracias por pasar Miss!!!!!
saludos mujer
un abrazo chalyvera!!
Hola!! me ha gustado mucho tu entrada, un besito
Cada colegio tiene sus leyendas, esta que cuentas es aterradora, me gustó mucho... en mi colegio había un cuarto donde guardaban cosas viejas, una de ellas era un esqueleto llamado Beto. Cuando uno se portaba mal te encerraban en ese cuarto, a mi me encerraron un par de veces, pero yo era bastante rebelde, para alegrar a mis compañeros de "celda" me puse a bailar con el esqueleto, lo sacudí demasiado fuerte por lo que su cráneo cayo al piso y se rompió en muchos pedazos... casi me expulsan del colegio.
Saludos querida amiga :)
hola Camomila, Bienvenida!!!
Carlobito: jajajaja sólo vos podrías ponerte a bailar con el esqueleto!!!! un abrazote amigo!
Escarcha,creo que en los laboratorios es donde más ocurren este tipo de historias,yo por si acaso no voy.
Mi abrazo enorme.
MORGANA!!! gracias por pasar amiga!!!
un abrazo grande
En todos nosotros hay algún candado que cierra alguna puerta, bien imaginaria, o bien real,que con el tiempo ya se confundieron y no sabemos cual es cual. Los miedos están encerrados ahí, tras ellos, y se alimentan de nosotros, de nuestra carne y de nuestra imaginación.
Como siempre, querida, logras sorprender.
Besos guapa.
GENIAL, ESCARCHA.
Todos guardamos miedos bajo candados. Y todos los miedos son antropófagos.Todos, de alguna manera, en alguna medida, estamos siendo devorados por ellos.
Un beso admirado!!!
Publicar un comentario