Miró hacia otro lado, conforme con ella misma.
Si algo le molestaba, imaginaba que no existía.
Como las grietas sangrantes en las manos. Como el dolor en los pies, en la espalda, en los ojos, en el alma. Abrió una carterita que cargaba siempre consigo y sacó un pedazo de pan.
¡Qué placer poder comer tranquila, sentada en una esquina, bajo el hedor conciliatorio de la noche con las almas en pena!
El rugido sordo del motor de un auto se acerca.
Nuevamente el deja vu, ella se limita a mirar hacia otro lado, con las gotas gordas trastabillando en el borde del ojo.
Se acerca el mudo como cada noche.
-Cá, Ca, Cándida- la saluda.
-¡Eh! ¡mudo!- contesta contenta por la compañía.
-¿Re re cién sales del tra tra tra bajo?
-¡Recién che! ¿y vos?
-Aquí, lu lu chándole che, otra no nos que que queda.
Pero no se detiene, sigue la marcha, esa noche tal vez tenga algo más que hacer.
Lo ve alejarse y desaparecer con paso circunspecto, como no queriendo molestar a nadie, igual los perros ladran a su pasar. Arrastra una soga, tendría que hablar con él, recuerda haberlo sentido triste, cansado de la vida, una vez le mencionó que ya no quería seguir.
¡La cuerda! ¿para que será la cuerda?
Pero cada uno con sus problemas, ella también tiene los suyos. Hay días en los que el dinero no alcanza y en más de una ocasión se acuesta con hambre y culpa por haberles dado de cenar una taza de matecosido a sus hijos.
Otro auto, otro pesar.
¡Esa esquina!
Es hora de regresar, su pedazo de pan descansa completo en la carterita.
Como cada noche, como siempre desde ese día.
¿Será hoy capaz de compadecer ante su crimen?
Hace dos pasos hacia la esquina pero no puede, retrocede y se va por otro lado.
Tal vez algún día el deja vu impiadoso se muestre redoblado, imperativo y seguro.
Tal vez algún día sepa el porque de esa esquina, de esos motores de los autos, de esa angustia.
Camina lento y con la fatiga de las penas y los años en el alma.
Los perros ladran el silencio que la persigue.
Sus hijos ya no la esperan, ahora la lloran, pero juega a no saberlo y mira hacia otro lado
Los perros ladran...
sólo ellos saben que ella pasa.
19 comentarios:
Fantasma sin saberlo. Triste
Un beso.
Què buen relato Diana! La desazón, la angustia... El no querer saber... Impecable amiga! Abrazo grande!
exacto Torcuato.
Un beso
gracias bee, amiga!!!
Uffff...me enganchó tu relato,tan lleno de verdades¡Magnífico!
Besotes.
Morgana, me encanta tenerte por aqui!!!
saludos mujer
y sin tomar la tijera, me gustó
Otro sabor, otra historia, otras letras, otra Escarcha....
Sigues en esa reinvención tan original que te hace única. Nunca anclada en un estilo, es una historia igual...Creo que por eso me gustas, creo que por eso......
ERES ESCRITORA!!
Felicidades!! Que envidia tener tanto talento!!
Besos
(Eso si, cuando eres siempre la primera en comentar a Bee que mal me caes...hahahahaha es broma)
gracias por pasar J.C
GRACIAS POR ESE COMENTARIO MUSA!!!
me queda gigante el término escritora, me cuelga por todos lados, apenas aparezco por el borde del cuello, pero el que me lo digas me llena de ilusión
gracias amiga.
(NO ME GANARAS EN EL BLOG DE BEE, JEJEJE)
Sazonas este relato con sobor a jirones de bruma nacidas desde la profundidad de una tumba habitada sin que su propietario sea consciente de que esa es su maldición, la de sentarse en la esquina y ver como las almas deambulan por el vasto territorio de la penumbra.
De nuevo impactante, de nuevo sorprendente.
PD: Coincido con Musa con lo de escritora.
Un abrazo
gracias madroca
NAMASTÉ AMIGO
Relato impactante, Escarcha, como todos los tuyos. Siempre poniendo el dedo en la llaga, en ese no querer saber en el que algun@s pasan la vida entera...
Gracias por no olvidarme después de tantos meses...
Gran cuento Escarcha. Triste, hondo. Felicidades por este logro.
Un abrazo.
Lourdes el impacto de tus fotos no se olvida mujer!!!
Gracias Patricia, que bueno tenerte por aqui otra vez!
DESVANECENCIA
Ya los recuerdos no se activan
con la prontitud de ayer.
Te distancias de mí al sumar los días.
La rutina muele tu rastro, sin pausa.
El viento lleva tu olor a la deriva.
Curiosamente hay olvido.
Tu cara ya no está, ni tu voz.
Saberte lejana no me toca.
Es insípida tu imagen. Se fue tu tiempo.
Quizás ya no soy aquel
que hace tanto te amó desde un abismo,
el delirante en la noche,
mendigo de tu piel.
Nada sé hoy de tu alegría.
anuar iván.
grandes letras.
la distancia, el tiempo,
las imagenes que se creían
grabadas se corrompen...
el olvido hace estragos.
Gracias por pasar iván
Vaya! ¿Por qué será que nuevamente me sorprendes? Pausado, con estilo, desgranando sin dejar ver hasta el final,me gusta este otro toque "fantasmagórico"
UN ABRAZO GENIA!!!
gracias por el comentario mujer!!!!
SALUDOS :-)
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