Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 3 de octubre de 2010

LOS BRAZOS (I)

¿Cuando comenzó todo? ¿Nos remontamos a su niñez y sus primeros esbozos en papel?
Los brazos eran, en esa instancia, torpes dibujos segmentados en papel arrugado, con lápiz negro y casi siempre sin colorear... sin terminar.
Ansiaba los brazos que a su madre le faltaban. Ansiaba soñarlos, materializarlos, ponerles un moño brillante rojo y obsequiarselos como agradecimiento.
Nunca hubo caricias de las manos de su madre que el cuerpo tras una gangrena había expulsado, pero aún así todo era compensado. Su progenitora se acercaba y le ponía la mejilla sobre la de ella rozándola por toda su carita entre risas y besos dulces.
Cuando las tristezas caían, ella comprendía los sollozos quedos y a escondidas.
Con el paso del tiempo la diabetes hizo estragos y se llevó un cuerpo marchito, amputado, destruido.
La instancia anterior al coma se hizo presente en los ojos negros de la mujer que levantó la cabeza buscando a su hija y antes de caer en un sueño pesado, se acariciaron rostro con rostro, en una despedida disfrazada de esperanzas. Las dos percibían el final y lo aceptaban.
Cuando su madre murió dos horas más tarde Cándida tenía quince años y ya pintaba brazos en paredes, telas, maderas.
Usaba técnicas de pintura al óleo, acrílicos, collage y hasta se animaba a tallarlas en piedra y arcilla. Se había tatuado unas manos en el cuello y unos brazos entrecruzados en la espalda.
A los veinte años, Cándida tenía una rara colección de extremidades superiores, en su departamento.
En todos los materiales, técnicas y formas. Algunos surrealistas, otros abstractos y unos cuantos de una realidad asombrosa. En colores blancos, negros, sepia y de una extraña rabia visceral que le daba a su colección un ánimo oscuro y perverso.
Los brazos y manos, amputados y toscos, tenían una belleza temible.
Y cada día se afanaba en buscar en las calles, bares y tiendas, modelos que estuvieran a la altura de su destreza y colección. Quería algún día lograr la perfección, quedar asombrada ante una obra maestra, sentirse satisfecha y completa...
¿era eso lo que quería? ?¿Era eso lo que buscaba? La claridad en su mente, parecía desdibujarse por ratos y se sentía incompleta y amorfa.
Cándida quería encontrarse, buscar su yo completo, lograr el corte de su cordón umbilical que los años y la muerte no habían roto.
...continuará

8 comentarios:

Unknown dijo...

Querida compatriota: ... y ahora qué hago, me como las uñas hasta que escribas la continuación?

Un abrazo

Musaraña dijo...

Una de las cosas más tiernas que has escrito. Espero con ganas la continuación.

Pd: Me encanta el nuevo diseño del blog

Bee Borjas dijo...

El motivo por el cual, interrumpo mi trabajo durante el mediodía es este. Entro a visitar a los amigos y sus escritos compensan las contrariedades cotidianas y logran arrancarme una sonrisa de placer. Impresionante historia Diana! Que se venga la continuación nomás!!!
Beso enorme!
P/D; Felicitaciones x el nuevo diseño. Me encantó!

Javier Muñiz dijo...

Hola bello texto, gracias por compartirlo, gracias por tus palabras,por seguir mi blogg, por mi parte aquí me quedo,dónde mejor...? pasa buena tarde,gracias, besos.

Córdoba Uyulala dijo...

¿Puede la ternura generar pesadillas? En tus manos... me temo que sí. Espero la próxima.

MIMOSA dijo...

¿Pero cómo me dejas así? No sé si aventurarme y decirte que es realmente tierno sin conocer el final,.....puedo asegurar que esta primera parte si que lo es, espero con ansias la continuación. No me tengas en ascuas demasiado tiempo que voy a explotar.
Besos y un fuerte abrazo

escarcha dijo...

gracias por los comentarios amigos!!

Malena dijo...

To2s aquí sabiendo q no nos vamos a ir como entramos después de leerte: No es maravilloso??
Re_genial, D!

Male.

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