Los brazos pesaban, pero ya sabía manejarlos.
Ocultó las orejas debajo del cabello abundante y ondulado e ingresó al aula donde la esperaban 15 mujeres en edad fértil, dispuestas a terminar los estudios secundarios en la escuela nocturna.
La clase dictada por la profesora suplente fue mas bien una arenga creada para salir a la calle, enardecidas, en defensa de la naturaleza vapuleada en un planeta desgastado.
Aquellas mujercitas poco comprendieron de todo lo dicho. La mitad la miraba extasiada, algunas aburridas y seis a poco de dormirse en sus pupitres. A estas últimas, antes de retirarse con el toque de timbre se les regalo, discretamente, un muestrario de fragancias en pequeños cartoncitos rectangulares.
La profesora suplente les daba por lo bajo con la excusa de que sólo le quedaban unos pocos y que servían para pasárselos por el cuello y que el aroma cítrico quedase en la piel tersa de las jóvenes que aceptaban gustosas el obsequio.
A la media hora de haber realizado el ritual enseñado se sintieron somnolientas.
Dos días después despertaron todas perfectamente plantadas en un jardín extenso, enterradas hasta el pecho sin poder ejercer ninguna clase de movimiento del cuello hacia abajo.
Cuando los ojos se acostumbraron a la oscuridad comprobaron que había otras mujeres semienterradas como maceteros vivientes y extensas ramas salían de las orejas, nariz, boca y de las cuencas vacías de los ojos, dando vistosas y grandes flores rojas que tenían como corola, globos oculares.
Sumergidas en el susto ninguna gritaba, embebidas en el silencio de lo absurdo, perdidas en una realidad escalofriante y con tintes truculentos, todas creían que era un sueño y que despertarían, hasta que apareció la profesora suplente con una regadera en la mano, el cabello atado dejando ver los brotes que asomaban por las orejas.
-Ya están fertilizadas y despiertas mis ovejitas descarriadas, ahora servirán a su tierra... donando vuestros úteros- les explicó sonriente, dejando entrever los dientes verdes y procedió a regarlas.
Las 6 comenzaron a chillar enloquecidas cuando sintieron que con el roce del agua algo en sus vientres comenzaba a moverse... palpitaba... se acomodaba... la vida verde les impregnaba de clorofila la sangre.
Pronto sus hijos germinarían a través de sus oídos.
6 comentarios:
Una vez más impactante tu relato, aunque siendo visceral, creo que a más de uno le serviría como escarmiento estar "sembrado algunas horas".
Un saludo agradecido por la lectura de nuevo.
PD; Pasate por mi blog, deje algo para ti allí
Me cae simpática esa profesora...Eso si que es una clase de las que no se olvidan.
Una pregunta, ¿las imágenes son tuyas? ¿las retocas, es decir las creas tu en función de los textos? Porque me voy fijando y muchas veces son alucinantes. Esta en concreto me gusta mucho.
Un beso :)
musaraña: soy diseñadora gráfica publicitaria, es decir: trabajo todo el día con el photoshop.
;-)
así que cuando no encuentro una imagen acorde al texto... ¡la armo!
Jo, que corta soy que no me di cuenta antes...
Pues eres muy buena, sigue asi :P
Qué mal rollito. Siento un brote asomando por una oreja. Espero que no crezca mucho. Coincido en lo de las imágenes. Me ha gustado mucho la de este texto.
EduKadoramente, geniales: Texto + Imagen!
Besitos,
Male.
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