María se abrió la herida con ambas manos y Esther hechó alcohol. Se mordió los labios, tragándose el grito y grandes gotas de sudor le rodaron por la cara. La hermana que tenía el frasco en la mano lo colocó en el piso y mientras soplaba la herida de la pierna seguía cuestionándose si no hacía falta llevarla al hospital para unos cuantos puntos de sutura.
Era una herida larga pero no profunda, y los médicos preguntarían. Sería mejor quedarse con ella y cuidarla, le tocó la cabeza y le pidió que se recostara.
María andaba metida en algo raro, dormía hasta tarde profundamente, y siempre encontraba su ropa llena de barro y cardos. María se escapaba de noche.
Intentó hablar con su gemela en más de una ocasión pero le fue imposible lograr la aceptación de un problema.
Vivir en un pueblito pequeño y perdido en el tiempo era un inconveniente, pero que desde unos meses las gallinas y los chanchos aparecieran parcialmente comidos era ya una maldición.
Se hablaba del "almamula", la gente estaba espantada y tenían pánico de salir durante las noches. El extraño aullido ronco que se escuchaba, en las madrugadas, no sólo turbaba si no que a uno le ponía los pelos de punta. En las casitas y ranchos la gente se amontonaba alrededor de los santos y no hacían otra cosa que persignarse y rezar.
Los hombres aguantaron mucho, ¡un mes es mucho! Luego de ese tiempo salieron a recorrer el monte y los caminos de tierra armados con palos, machetes y unos pocos con armas.
Intentó cuidar a María, pero por alguna razón siempre se quedaba dormida y despertaba al amanecer, cansada y con su hermana a su lado, lastimada y sucia.
Intuyó que la podría estar drogando, entonces se negó a ingerir alimentos durante la cena.
Sin cambios, sueño pesado.
Aquella noche se decide. Esther tiene mucha cafeína encima, su hermana se duerme.
Sospecha que se escapa por las ventanas, por tal motivo las ha clausurado con maderas.
Está cansada, se mete en la casa, cierra la puerta con llave y la esconde.
Se siente extraña.
Se va hacia la cama y ve cuando María se levanta y queda sentada frente a ella, observándola.
No puede hablarle, se siente desmayar, la visión se duplica. María se acerca y le toca el rostro, es lo último que recuerda.
Cuando abre los ojos lo primero que ve es la casa cerrada, las ventanas también, esa noche la ha burlado… ¡pero María no está!
Esther se desespera y le grita.
Escucha el sonido de la llave en la puerta del baño y corre.
María esta abriendo la puerta y la mira desde lejos, está lastimada y llora.
-Hermanita- le grita socorriéndola.
María andaba metida en algo raro, dormía hasta tarde profundamente, y siempre encontraba su ropa llena de barro y cardos. María se escapaba de noche.
Intentó hablar con su gemela en más de una ocasión pero le fue imposible lograr la aceptación de un problema.
Vivir en un pueblito pequeño y perdido en el tiempo era un inconveniente, pero que desde unos meses las gallinas y los chanchos aparecieran parcialmente comidos era ya una maldición.
Se hablaba del "almamula", la gente estaba espantada y tenían pánico de salir durante las noches. El extraño aullido ronco que se escuchaba, en las madrugadas, no sólo turbaba si no que a uno le ponía los pelos de punta. En las casitas y ranchos la gente se amontonaba alrededor de los santos y no hacían otra cosa que persignarse y rezar.
Los hombres aguantaron mucho, ¡un mes es mucho! Luego de ese tiempo salieron a recorrer el monte y los caminos de tierra armados con palos, machetes y unos pocos con armas.
Intentó cuidar a María, pero por alguna razón siempre se quedaba dormida y despertaba al amanecer, cansada y con su hermana a su lado, lastimada y sucia.
Intuyó que la podría estar drogando, entonces se negó a ingerir alimentos durante la cena.
Sin cambios, sueño pesado.
Aquella noche se decide. Esther tiene mucha cafeína encima, su hermana se duerme.
Sospecha que se escapa por las ventanas, por tal motivo las ha clausurado con maderas.
Está cansada, se mete en la casa, cierra la puerta con llave y la esconde.
Se siente extraña.
Se va hacia la cama y ve cuando María se levanta y queda sentada frente a ella, observándola.
No puede hablarle, se siente desmayar, la visión se duplica. María se acerca y le toca el rostro, es lo último que recuerda.
Cuando abre los ojos lo primero que ve es la casa cerrada, las ventanas también, esa noche la ha burlado… ¡pero María no está!
Esther se desespera y le grita.
Escucha el sonido de la llave en la puerta del baño y corre.
María esta abriendo la puerta y la mira desde lejos, está lastimada y llora.
-Hermanita- le grita socorriéndola.
Está arañada, tiene varios moretones en el rostro y los brazos. ¡Alguien le ha dado una paliza! Se siente impotente, llora, la abraza.
-Me atacaste- le susurra entre gemidos.
Esther no comprende, la mira sin entender.
-Te encerraste y me atacaste. No sabía que las ventanas estaban trabadas, no pudiste salir y ¡me atacaste!
Recuerda de manera lejana la historia de la familia.
-Me atacaste- le susurra entre gemidos.
Esther no comprende, la mira sin entender.
-Te encerraste y me atacaste. No sabía que las ventanas estaban trabadas, no pudiste salir y ¡me atacaste!
Recuerda de manera lejana la historia de la familia.
Las gemelas malditas… ¡pero era una leyenda! ¡un cuento para crédulos!
-¿Realmente nunca lo recuerdas?- le pregunta María y algunas imágenes llegan, no sabe de donde provienen, son tan extrañas que no parecen de su propia vida. Se ve correr por el monte tras animales, los chanchos en pánico intuyendo una energía primigenia y bestial, la gente que intentaba herirla, su hermana cuidándola.
Le mira la herida que aun no cicatriza en la pierna y recuerda el machete que le arroja un campesino y que María recibe.
Las gemelas malditas.
Una convertida en una aberración cada cinco años, durante varios meses… la otra, obligada a ser su custodio y protector por el resto de sus días.
María hace muequitas con la boca como un bebe y solloza, todavía le recrimina: ¡Me atacaste! Esther la abraza y llora con fuerza, no arrastrará a la persona a la que quiere tanto tras una sentencia dolorosa. La deja en el baño y sale de la casa sin escuchar las súplicas de su hermana para que se quede.
Esa noche dormirá en el monte y que los campesinos terminen con su castigo.
-¿Realmente nunca lo recuerdas?- le pregunta María y algunas imágenes llegan, no sabe de donde provienen, son tan extrañas que no parecen de su propia vida. Se ve correr por el monte tras animales, los chanchos en pánico intuyendo una energía primigenia y bestial, la gente que intentaba herirla, su hermana cuidándola.
Le mira la herida que aun no cicatriza en la pierna y recuerda el machete que le arroja un campesino y que María recibe.
Las gemelas malditas.
Una convertida en una aberración cada cinco años, durante varios meses… la otra, obligada a ser su custodio y protector por el resto de sus días.
María hace muequitas con la boca como un bebe y solloza, todavía le recrimina: ¡Me atacaste! Esther la abraza y llora con fuerza, no arrastrará a la persona a la que quiere tanto tras una sentencia dolorosa. La deja en el baño y sale de la casa sin escuchar las súplicas de su hermana para que se quede.
Esa noche dormirá en el monte y que los campesinos terminen con su castigo.
23 comentarios:
por eso a las suegras SIEMPRE hay que dejarles la ventanas abiertas!!
Las historias de gemelas siempre me han fascinado. Hace poco leí la novela "El Número Trece", y aunque no es nada del otro mundo, me quedé atrapada con su historia de gemelas.
Buena historia, como siempre. Eres genial.
Un beso
Pues si que! Todo parecía dirimir sobre María, sin embargo, supiste darle el giro en el momento apropiado, el más inesperado, ¡quién lo iba a decir! ¡Esther! Fascinante la unión de las gemelas. Me enrolaste como siempre. Lleva ese misterio intrínseco, un susto adherido y un toque de ternura en esta ocasión....(¿viste? hoy volví a sacar mi sombrero de critiquilla,je,je).
Besos enormes mi querida Escarcha.
Vaya con las gemelitas... muy buen final, me ha gustado mucho =)
Aunque me ha sonado un poco raro que la narración fuese primero en pasado y después de golpe cambasie a ser en presente (espero que no te moleste) ^^
PD. Por cierto, me encantó "El cuento número trece" al que creo que se refieren en uno de los comentarios
Un besote Escarcha!!
Muy bueno Escarcha. ¡Esther! quién lo hubiera dicho.
Excelente giro final.
Un beso
Escarcha, que bien que te fluyen las historias de mujeres que están al límite. Me fascina leerte! Es como cuando voy al cine y veo una buena peli de suspenso y terror. De esas que disfrutás desde el principio y te quedás con la boca abierta en el final. Genilidad pura. Un beso de admiración!
BUENISIMO!!!!! COMO LE HAS DADO SENTIDO!!
QUE GRAN HISTORIA!!!
Muchas felicitaciones... :)
Andrés Z.
DRAC GRACIAS POR PASAR!!
ANA, A MI TAMBIÉN ME FASCINAN LAS HISTORIAS DE GEMELAS Y SUS CONEXIONES.
MIMOSA, ES PARA MI UN HONOR QUE DESGLOSES MI CUENTO.
SHORBY MIL GRACIAS POR TUS COMENTARIOS Y CRITICAS
PATRICIA, VECINA! GRACIAS POR PASAR MUJER
BEE, AMIGA, GRACIAS POR ESE COMENTARIO QUE ME QUEDA GRANDE!
ANDRES Z, GRACIAS!!!!
nooo aaaaa ahora le trende miedo a mis amigas que son gemelas :S cielos siempre provocas en mi un sentimieto que me atrapa y me enchina la piel :P
cuidate
Yo soy gemela...¿Me ocurrirá lo mismo?
Me atrapaste.
Besos
GRACIAS POR PASAR MONN1NT4!
SALUDOS
MORGANA SOS GEMELA????? SIEMPRE ME DIO CURIOSIDAD ESA RELACION TAN ESPECIAL QUE POSEEN!!!
GRACIAS POR PASAR MUJER
BESOS
Ahhh a mi me parecio una historia muy triste!!!...la pobre Esther condenada a esa vida y su hermana tratando de protegerla siempre...mas yo creo que la protegia mas por amor a que por la maldicion...Maria queria a su hermana y buscaba protegerla mas que nada...incluso de la verdad. Una triste historia de amor fraternal.
Como siempre escribes divino, y hasta me haces vivir la historia.
Besos!!
GRACIAS MARIE, QUE LINDO TENERTE POR AQUI MI NIÑA!!!
Jajaj, me divierte y me gusta mucho tu blog, ahora te sigo. pásate por el mio si quieres ;)
http://mininotas.blogspot.com
GRACIAS POR PASAR GABRIEL, YA ME PASÉ POR TU BLOG Y ES MUY DIVERTIDO!
Gracias por tus palabras de apoyo Escarcha.
Me ayudan a crecerme ante las adversidades.
Mil besos.
gracias por tu amistad Morgana, cuanta siempre conmigo!
ESCARCHA,lo que me pasó es totalmente verídico.Además había cada macizo,no sé si las fotos eran suyas o no.
Besotes.
Escarcha , es autobiográfico.
Besitos nevados.
Lo que me gusta de este relato es la preocupación de una hermana por la otra, me parece que esa angustia por la hermana la has sabido captar muy bien. Por muy fantásticos que sean los elementos de tus relatos, los personajes te salen muy humanos y eso en mi opinión no es nada facil, es más, es digno de admirar.
Un saludo
gracias mujer!
Muy buena historia, Diana.
Me tengo que poner al día con tus cuentos de terror.
Un beso.
gracias por pasar Torcuato!!
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