Exequiel ya no le temía a los golpes de su padre.
La piel se le había endurecido, la mente estaba aturdida, ya casi, casi, ni siquiera lloraba.
Así fue que en una de las tantas golpizas, Exequiel murió, ante la asustada mirada de la madre, que para no enfrentar al ogro patriarca prefería el puño en otro y no en ella.
La vida de Exequiel escapó como un suspiro y quedó suspendida un tiempo en el aire, rebotando de pared en pared, sin saber a donde ir, sin comprender como salir y estando imposibilitado de subir (¡por que no quería!) se escondió en el tambor de su hermanita y se hizo parte de su sonido.
El tamborcito sonaba todo el día, con golpes cortos y espaciados, pero se lo escuchaba de noche confabulado con el silencio de la luna.
Marcelita sonreía cuando lo escuchaba, ella no entendía de almas en pena, pero el sonido la calmaba. Tomaba su mamadera vacía y la abrazaba sonriente mientras escuchaba el bum bum.
El patriarca tuvo pesadillas, se vio invadido de miedos.
La conciencia le advertía, las tripas le avisaban... algo rondaba en esa casa, y ¡había sido producto de su puño!
La cuarta noche se despertó furioso y decidido fue a buscar el juguete en la pieza de la hija, tirando todo lo que encontraba a su paso. Encontró a la pequeña acurrucada en una esquina, orinada de terror ante los pasos de ira que se acercaban a su pieza. Se sintió superior. No existía nada más satisfactorio que ver a la gente temiéndole. Lo hacía sentir peligroso. Perdía la noción de las cosas, por ratos se convencía de que era Dios.
Cuando se dirigió hacia la niña el tambor comenzó a sonar de manera desesperada. Lo tomó con ambas manos e intentó comprender como salía el sonido de esa pequeña caja de madera sin que nadie lo tocara. Cada sonido era como un palpitar. Lo estrelló contra la pared y lo pateó hasta que la madera crujió y se partió en dos. Del juguete colapsado emergió un extraño viento caliente que penetró por las fosas nasales ahogándolo, le quemaba toda la garganta, sentía como ese fuego entraba por su ser y lo despedazaba por dentro.
El hombre entre arcadas y hemorragias nasales cayó al piso, intentando respirar.
En la desesperación miraba a su mujer que espiaba horrorizada desde un costado de la puerta, ese fue su último acto, extender la mano en busca de auxilio, abrir los dedos y no conseguir ni siquiera el aire que necesitaba para sus pulmones. Un paro cardiorespiratorio acabó con todo.
Con la última exhalación el niño salió del sistema del hombre, se formó su cuerpecito de aire caliente, transparente y bello.
-Exequiél- lo llamó la madre y el niño la miró un largo rato, convirtiendo sus manos en fuego, abriendo las fauces de su anatomía que mutaba, mostrando grandes colmillos que le perforaban la mandíbula abriéndose paso hacia abajo... la madre, que nunca hiciera nada por defenderlo, ¡tendría el mismo final!
19 comentarios:
ESCARCHAAAAAAAAAAAAAAAAA,buenísimo relato,me tuviste enganchada hasta el final.
Un doble castigo más que merecido.
Besazos y sé feliz.
Mor.
MORGANA, MUJER FUERTE
gracias por pasar amiga
SALUDOS
Una muy buena historia que muestra una realidad terrible. Me gustó mucho.
Besos
Renate
Diana, excelente final! Me hiciste poner como loca. Me indignó tanto la historia, que a ese par de psicópatas los hubiera aniquilado yo misma. Besos miles diosa!
gracias Renate y Bee por pasar!
tremendas escritoras las dos!
Me parece muy bien!!! La madre también se lo merecía.
Tremendo cuento (tan tristemente real)
Un abrazo
Uuuau!!! este relato ha dejado chiquito a Chuky (el muñeco diabólico) porque me imagino que habrán muchos que quieran acabar con sus padres por altrato o No...Un gran abrazo
GRACIAS PATRICIA POR PASAR
(existen casos de muertes de niños en los que las madres sólo ¡observaron!)
DRAC ME ALEGRA QUE PASES POR AQUÍ!!! UN SALUDO
jajaja qué final!!!
me ha encantado!!!
un relato muy duro...y lo grave es que estas cosas pasan a diario
un besote Escarcha!! =)
un beso Shorby
gracias por pasar mujer
Ese tambor no dejará de sonar, por lo menos en mi cabeza, cada vez que recuerde tu relato, tremendo final,tan elocuente como sagaz.
Bravo!!! Nada mejor después de unos días de desconexión.
BESOS!!!!!
Un millón de gracias por tu comentario.
Besos.
Morgana
gracias por pasar Mimosa!!!
Morgana, amiga, no es necesario que vengas hasta aqui, yo estoy en tu blog cuando lo necesites
Pues fíjate, querida, que a mí me ha parecido casi dulce el final. Poco horror para personas tan horrorosas. Maravillosa denuncia que haces contra abusos a niños desvalidos. Gracias siempre por extender tu voz en forma de relatos imaginarios, que no son más que retazos extraidos de la realidad.
Un beso muy grande
Ana! gracias por pasar!
(en realidad el cuento surgió como catarsis, era la segunda vez en la semana que leía en un periódico sobre niños muertos por sus padres y bajo la silenciosa mirada de sus madres)
Me gusta ese final en el que se hace justicia ante el maltrato. Igual de culpable es el que da como el que calla.
Un saludo. ¿lo escribiste asi o lo has resumido aqui en el blog?
Musaraña, tienes un olfato especial para los textos, el cuento está resumido en realidad es más extenso!!!!
ya una vez también me hiciste un comentario (no recuerdo cual fue) y le diste en el clavo, era como vos decías!
un saludo mujer, gracis por pasar
¡Escarcha, qué buen relato! Un lujo leerte.
Un abrazo.
GALDRES!!!! QUE BUENO QUE PASARAS!
UN ABRAZO
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