Monstruos que retozan en este sitio:

sábado, 18 de diciembre de 2010

LA PESTE (final)


El 18 de octubre pasé del sector “sano” al de “portadora y futura agusanada”.
Mi vida era una mierda. Comencé la lucha en los hospitales. Debía implorar por atención y gastar zapatos para encontrar una farmacia con menos de doscientos agusanados esperando por un turno para proveernos de las benditas cremas.
Ni siquiera podíamos esconder las llagas porque poner una venda era empeorar la situación, ya que la oscuridad y la humedad eran los ambientes propicios para esos inmundos gusanos que hasta podíamos ver por arriba de la piel como reptaban tranquilos.
Cinco horas bajo el sol de octubre, cuarenta grados de calcinación. Una gorra para no fritarme los sesos y una manta para que no me salieran ampollas en la espalda.
Soy tranquila, optimista, batalladora, pero ese día todo iba colmando mi santa paciencia.
Cinco putas horas hasta que un médico infectado me diagnosticara la peste y me recetara la puta crema, antibióticos varios, corticoides diversos y antiinflamatorios de distintos calibres.
Todo era mero experimento. Te daban medicamentos para que te fueras tranquilo, creyendo que te curarías. Al menos las cremas refrescaban las pústulas y disminuían la comezón.
Me quedaba en ese momento deambular por las farmacias.
Caminé mucho esa tarde, después de las cincuenta cuadras dejé de contar, todas las farmacias abarrotadas.
Llegué a una que no contaba con el banderín negro pero me aventuré a entrar bajándome las mangas de la camisa para ocultar los rastros.
En cuanto pedí la crema, el farmacéutico, un viejo con cara de malo, me miró fijo y retrocedió indicándome que saliera.
Le imploré que me vendiera sólo la crema, que no tocaría nada para evitar un posible contagio.
Sacó una escoba de bajo el mostrador y amenazó con golpearme.
Me trató como a un perro, como a un animal sarnoso, ¡fue tanta la indignación que sentí que las heridas de los brazos me ardían!
Me violenté. Soy una mujer tranquila y apacible. Pero fue el punto cumbre. Me sentí desvalorizada como persona.
Grité enfurecida y saltando por sobre el mostrador me tiré sobre él golpeándolo con los puños, con las rodillas, con los pies.
No paré hasta que dejó de luchar. No paré hasta que lo vi convulsionar en un charco rojizo. No paré hasta que me encontré embadurnada en su sangre.
Ni siquiera me inmuté. Admito que algo había hecho un clic en mi cabeza, estaría mal echarle la culpa a la peste porque no estoy segura de eso.
En algunos rincones de la provincia ya había disturbios, los noticieros no lo informaban pero era reguero de pólvora lo que acontecía. Tal vez me sentí parte del “grupo agusanado rebelde”, tal vez luego de la furia me encariñe con la textura de la sangre corriendo por entre mis dedos.
Dos enfermos que me habían visto entrar en la farmacia y esperaban para ver si me vendían la crema eran ahora testigos de todo. Entraron primero en silencio y cómo no les dije nada empezaron a destrozar el lugar en busca de los medicamentos. Metí en los bolsillos varios antiinflamatorios, en la cartera diez pomos de la puta crema y dentro de los pantalones unas cuantas tabletas de antibióticos. Mientras los otros dos saqueaban la farmacia abrí una puerta que conectaba con la casa del farmacéutico muerto. Todas las ventanas estaban abiertas dejando entrar el impiadoso sol. Después de husmear en varias habitaciones en la última encontré a una mujer entrada en años que temblaba en la cama. No tenía brazos, estaban cortados arriba de los codos y por la forma que dibujaban las sábanas, también le faltaban las piernas. Era una imagen dantesca, los gusanos le aparecían por las fosas nasales y mientras lloraba intentaba sacárselos con los muñones.
¿Quién le había hecho esto? ¿Un hombre o la enfermedad? ¿Ese era mi futuro? ¿Me caerían las extremidades podridas y abichadas?
Lejos de sentir algún tipo de empatía por el vestigio de mujer, me enfurecí. La peste no nos mataba, nos comía lentamente. Sin asco. Sin pudor. Desvergonzada y ultrajantemente. Regresé a una pequeña mesa que había cruzado y tomé el martillo que viera unos momentos antes e hice justicia. Le quité la vida al despojo humano.

Cuando regresé a la farmacia ya eran una treintena de agusanados los que se peleaban por las cremas que sobraban.
Después de unos cuantos incidentes más, la policía salió a la calle con armas para exterminar a los enfermos revoltosos.
Hubo matanzas, estábamos perdidos en el abismo de la desesperación.
O conseguíamos los medicamentos a la fuerza para que los bichos no nos comieran desde adentro o nos sometíamos a la discriminación del grupo mayoritario, sano y fuerte.
Daba igual. Estábamos jugados. Era el todo por el todo.
Se decretó toque de queda.
Sé que muchos de nosotros sentíamos cierto regocijo al ver el miedo en la mirada de los otros, por ratos nos creíamos superiores.
Me sumé a dos actos vandálicos más y aproveché para matar a tres sanos.
¡Cuanta satisfacción sentía al verlos destruidos! Siempre, antes de irme me sacaba unos cuantos gusanos y se los metía en la boca para que sintieran, aunque sea en la muerte bendita, el calvario de ser un bicho en medio de la pulcritud.
De eso hace ya ocho meses.
Con el paso del tiempo nacieron niños con la peste y ahí surgió la cura milagrosa.
Varios de ellos, en descuidos de sus madres, se comían sus propios gusanos y comenzaban a sanar.
La ciencia estudió los casos y en dos meses se publicaron los resultados en todos los medios informativos.
¡La cura de la peste estaba en los mismos gusanos!

He perdido prácticamente todo el brazo izquierdo y el pie derecho, aun así las ganas de vivir me sobran.
Hoy es miércoles, todavía hay un sol radiante, son las seis de la tarde.
Me tomo un té mientras termino de escribir mi historia y entre sorbo y párrafo... ¡los ingiero!
Los médicos creen que en un mes a más tardar ya estaré limpia de la peste.

17 comentarios:

escarcha dijo...

morgana!!MUJER FUERTE
Espero leerte prontito!

saludos

MIMOSA dijo...

Angustioso saberte deborada de esta forma en vida, ¿hasta dónde es capaz de llegar el ser humano para aliviar su destino?
Un relato interesante, me deja pensando.Revelador, diferente.
Besos.

escarcha dijo...

gracias mimosa por pasar y comentar mujer!!!!
SALUDOS

Ricardo Miñana dijo...

En estas fiestas tan entrañables, con mis mejores deseos de ilusión, paz y felicidad.

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

Un abrazo.

escarcha dijo...

FELIZ NAVIDA MIÑANA!!!

Rosa dijo...

Diablos!!! esto me envolvió completamente... que emocionante!!! me encanan tus historias sabias???? me provocan alegría entre tanto dolor que relatas jejej que mente mas atravesada...
sin embargo hay una lección: no te rindas por que la solución es lo mas simple que hay.
saludos, he vuelto pero con mil ideas locas, nuevas, con amor y dulzura
FELIZ NAVIDAD AMIGA

escarcha dijo...

gracias por pasar y leer Franz!!!

AndrésIZS dijo...

Hola :)
Pues gracias por seguir mi blog, ahora estoy visitando el tuyo (ya te sigo) y me ha encantado, no imaginas cuanto me gusta una buena lectura, un microrelato :)
Tu blog tiene mucho de lo que me gusta, y es grato estar acá :)
Volveré muy pronto a maravillarme con tu blog (me encanta tu forma de expresar tus escritos)
Te envio un gran abrazo!
Hasta pronto!
Andrés Z.

Malena dijo...

Coraje y fuerza, q ni la peste puede arrebatar...
Gracias por la fuerza q transmiten tus "heroínas" pq llega, sabes??
Llega...
Y además es q me siento a leerte con las palomitas a un lado y la adrenalina en el otro (si hasta he dejado de ir al cine, aunque a la filmoteca, no pq soy de las de V.O)...

Bss, amiga del alma!

Bee Borjas dijo...

Guayyyy!!! Te pasaste Diana! Historia "redonda" porque además de brillar con tu narración habitual, lograste delinear una historia absolutamente HUMANA.
Me inclino ante ud. reina! Besos enormes!

escarcha dijo...

gracias andres z por pasar, espero verte de nuevo por aqui!!!

escarcha dijo...

Malena, mujer fuerte, que bueno tenerte de nuevo por aqui.
besos

escarcha dijo...

BEE!!! ME ALEGRA QUE TE GUSTARA EL TEXTO, tenía miedo de que fuera demasiado crudo, pero así lo había concebido y decidí no cambiarle nada para publicarlo

madroca dijo...

Creo que tengo una sobredosis de EScarcha querida amiga, acabo de leer de una sentada tus últimos post, es que no podía despearme de uno sin pasar al otro, y la peste me encantó, pero creo que ahora necesitaria una cura de relax mental y emocional en un balneario jejejeje

De verdad, te superas cada día querida amiga.
Un saludo

escarcha dijo...

MADROCA! QUE BUENO TENERTE DE NUEVO POR AQUI, YA TE ANDABA EXTRAÑANDO!
UN SALUDO AMIGO

Musaraña dijo...

Te he puesto un regular porque me gusta mucho kate beckinsale y eso de pensar que es presa de esa peste me da mucha pena (aunque esos ojos morados la favorecen más que el look vampírico de underworld)

Por lo demás, no creo que pueda decirte algo que no te haya dicho en todo este tiempo. Tienes mucho talento, y espero que siempre sigas así.

Te deseo una feliz navidad y esos rollos, y darte las gracias por todos estos buenos ratos de espeluznante miedo que me has hecho pasar.

Gracias y hasta siempre, no es que cierre el blog, sino que de esta forma ya te dejo la decisión de si quieres pasarte por ahi o no.

Un beso, Musaraña

escarcha dijo...

muchas gracias por el comentario Musaraña y felices fiestas mujer

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