Monstruos que retozan en este sitio:

sábado, 18 de septiembre de 2010

OBJETOS PERDIDOS

¿No te pasó alguna vez que pusiste algo sobre la mesa y cuando regresaste a buscarlo, ya no estaba? ¿Qué luego de revolver la casa y regresar al primer lugar te diste con la sorpresa de que aparentemente nunca se había movido de ahí? A muchas personas les pasa… ¡a Rebeca le pasó!

Entró corriendo al departamento y colocó los lentes oscuros sobre el escritorio, se apuró al cuarto contiguo, sacó una campera del armario y regresó. Cuando se acercaba notó que los lentes no estaban. Se paró en seco en medio del comedor y miró a su alrededor.

No estaban.
Llevó un dedo a la boca y mordió la uña.
¿Dónde lo había dejado? ¿Qué es lo que había hecho ni bien entró?
Los había dejado en el escritorio, de eso estaba casi segura… casi. Tamborileó unos segundos los dedos sobre el lugar que creía debían estar y regresó al cuarto anterior. Al sacar la campera, si llevaba colgando los lentes del escote, abrían caído allí.
Nada.
No estaban.
Maldijo en voz baja y miró la hora, regresó al comedor y se detuvo cerca del escritorio pensando en que debería partir sin ellos y que tal vez de regreso, más serena, recordaría mejor.
Estaba mordiéndose otras uñas mientras meditaba sobre esto cuando con un impulso que ni ella sabría explicar, se dio media vuelta repentinamente sólo para encontrar una manito grisácea, con dedos largos y delgados, ¡poniendo los lentes en su lugar!
La mirada inmediatamente se dirigió a la criatura. Sus ojos se encontraron. Los marrones de ella de pupilas dilatadas, con los enormes ojos blanquecinos de él que le abarcaban prácticamente la mitad de la cara.
Rebeca no se movió… ¡tampoco podía! Las piernas le temblaban visiblemente, el corazón le palpitaba tan aprisa que parecía rebotar dentro del pecho.
La criatura por su parte todavía tenía la mano en el aire sosteniendo los lentes. Era pequeño, de unos cuarenta o cincuenta centímetros, piernas largas en comparación al torso y brazos huesudos que llegaban hasta el piso, arrastrando al caminar algunos dedos.
El pánico llegó a su punto cumbre y se le llenaron de lágrimas los ojos, cuando toda la visibilidad era acuosa, parpadeo. Fue solo un parpadear, pero que bastó para que la criatura desapareciera.
Rebeca intentaba llevar aire a su sistema inhalando y exhalando con desesperación. Recorrió con la mirada su entorno buscando a la criatura, tenía miedo de caminar, de mirar, de gritar.
No había sido una ilusión óptica, se aseguraba, cuando la idea quería penetrar su mente.
¿Que pasaría ahora? La mataría. ¡Si! Hoy perdería la vida en manos de ese engendro.
Imaginó que podría salvarse si gritaba y corría pidiendo ayuda, pero dudaba de sus piernas y su capacidad de articular palabra.
De todas maneras, no podía, ni debía seguir razonando sin actuar.
No tenía fuerzas en las piernas pero aun así corrió tambaleándose hacia la entrada. Cuando faltaban dos pasos sintió unas manitas frías y huesudas que le tomaban una pierna. Gritó espantada cuando caía y enmudeció cuando la cabeza golpeó de lleno en la puerta.
La mujer intento levantarse y luchó por ello cuando a través del cabello que le tapaba los ojos lo vio acercarse.
Él se aproximaba confundido, había sentido terror cuando ella lo descubriera. Imaginó que lo aplastaría con ese pie enorme o que lo patearía con esas piernas largas, pero ahora parecía que la mujer le temía a él.
Al llegar a ella se sentó en cuclillas y la observó un momento, la mujer respiraba entrecortado mientras gemía.
Al mirarla tirada en el piso, casi de costado y ya sin ánimos de luchar por levantarse, supo que podía tomar hasta su último aliento sin temor a perder el suyo. Sintió curiosidad, se acercó y de improvisto la golpeó en la cara emitiendo un sonido gutural que terminó por horrorizar a Rebeca.
La mujer comenzó a gritar con la boca inmensamente abierta y los ojos desorbitados. El engendro retrocedió unos pasos sólo para tomar impulso y abalanzarse sobre sus hombros y mordisquearlos con las encías desdentadas mientras le levantaba la cabeza y la golpeaba una y otra vez contra el piso, casi con gozo y diversión.
Cuando Rebeca despertó en el hospital, había una mujer mayor a su lado que se alegró hasta las lágrimas al verla conciente y luego corrió alarmada a buscar un doctor cuando no la reconoció.
Los médicos le explicaron que la mujer padecía amnesia y que los recuerdos no tardarían en regresar.
Esa noche, la criatura, se paseó ufano por el monte con una bola de luz que apretaba junto a su pecho, le había robado los recuerdos a Rebeca. Pensaba devolvérselos. ¡Aunque no a todos! Se quedaría con el momento en que lo descubrió y unos muy bonitos que vio de ella, niña, jugando a hacer naricitas con su madre, riendo de manera estridente. Se sentaba bajo un lapacho florecido con las memorias y las miraba una y otra vez a través de los lentes oscuros que había robado de otra casa.

Rebeca recordó casi todo al poco tiempo.
Ese accidente sólo hace unas pocas semanas.
Intuye que él sabe que los recuerdos volvieron, porque lo siente por las noches trasladarse de un rincón de la casa al otro, de manera sigilosa.
Está segura de que volverá a atacarla, pero con el punto final de esta historia, la verdad no se perderá en la bruma del olvido.


Cuando sientas que dejaste algo en algún lugar y no logres encontrarlo...
no lo busques, sigue con la rutina de tu vida y...
¡olvídalo!

11 comentarios:

MIMOSA dijo...

No lo dudes, no miraré atrás. ¡Qué bueno! Engancha que quieres seguir leyendo hasta el final, y hasta el final no sabes que va a pasar. Ja,ja, con todas las veces que me ha pasado, menos mal que no me lo he encontrado, lo malo es que igual cuando deje algo atrás me cagaré de miedo.
Lo dije nada más conocerte, tienes tremendo talento.
Gracias por pasar. Muchos besos

escarcha dijo...

gracias por el comentario Mimosa!!!!
;-)
Saludos!

Musaraña dijo...

ESto me hace recordar que hace tiempo perdi mi camiseta favorita, y el asunto no deja de darme vueltas en la cabeza.

No sé por qué no he llegado a buscarla tanto como quisiera, ahora empiezo a creer por qué..

Anónimo dijo...

ESTE TÍO ME PARECE QUE NO SOLO SE QUEDÓ CON MIS LLAVES, CAMPERAS, LAPICERAS, LIBROS, ANTEOJOS, RADIOGRAFÍAS, CARTERAS...ES FANTÁSTICO YO LO QUIERO MUCHO...SE LLEVÓ A MI EX....JAJAJAJA SEA BENDITO ESTE SER MARAVILLOSO...JAJA QUE SE LLEVÓ LA MALA ONDA... Y ME DEJO EL HOMORRRRRRRRRRRR Y LA FELICIDAD...TE QUIERO AMIGA ESCARCHA.... ME LIMPIÓ LA MUGRE... BESOSSSSSSSS

MIMOSA dijo...

¡¡¡Por fin!!!Cuando Google se pone tonto no hay quien lo haga entrar en razones.
Pues eso, que ya estoy, que ya te sigo.
Besos corazón

Rosa dijo...

me gusta si! especialmente la parte en donde dice que se queda con los recuerdos de la madre que juntaba su nariz con su pequeña, se me vino a la mente una imagen completamente enternecedora... muchas gracias por compartir con nosotros su texto que por lo cierto muy bueno y motivador,no podía parar de leer hasta que acabe.
saludos =)

Unknown dijo...

aaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaa 0.o y yo que pensaba que eran cosas buenas las 1 las robaban!! ahora mejro lo olvido :S o.o mello

escarcha dijo...

muchas gracias Franz por tu visita!
Saludos

escarcha dijo...

gracias por el comentario monn1n!t4

Malena dijo...

Mil gracias, mi querida D.. por el post del País de los Bosques! Me re_encantó y aunque me demoro siempre os sigo..

Gracias por todo, y yo tb creo q siempre es mejor seguir.., pq "a veces lo q sucede, conviene"!

Bss de una duendecilla con "mirada otoñal y alma con aroma a primavera y mate"!

Te requieroooooo!!

Unknown dijo...

¡Grande escarcha!

Encantador, delicado y profundo. En una palabra: exquisito.

Qué maravillosas letras nos regalas, qué beneficiados somos por leerte.


Abrazos.

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