Monstruos que retozan en este sitio:

jueves, 26 de agosto de 2010

en la naturaleza...

Ocho de la tarde, el sol no es más que un delgado paño violeta en el horizonte.
La madriguera está vacía.
Las huellas reptan en la sequía de una tierra desolada, a los 50 metros el rastro se alza y unos pequeños pies suplantan el serpenteo.
Rodrigo y Javier retornan a sus hogares, hablan del trabajo y de los amores barajando los temas y entremezclandolos.
En el monte que rodea el camino se escuchan ramas que crujen, hojarascas que chistan... alguien se acerca sin el menor disimulo.
Uno se para tratando de abarcar con la mirada todos los ángulos, el otro se apoya espalda con espalda y levanta los puños instintivamente.
El ruido se ha detenido.
-¡Es un chancho!- se ríe Rodrigo del susto que les ha puesto la cara blanca.
Quieren iniciar el camino y algo salta delante de ellos.
Mide poco más de un metro cincuenta, tiene la piel rugosa y gruesa, los ojos pequeños y un cuerpo delgado, extraño, casi deforme.
Grita desarticulando las mandíbulas y moviendo la cabeza pelada de un hombro al otro, como si el cuello no tuviera un esqueleto como contención.
Rodrigo grita espantado y corre unos metros hasta que se percata del silencio.
Sus pies levantan polvo en la huida.
Sus pies.
Sólo sus pies.
Es un segundo de reacción y descubrimiento.
Está corriendo sólo, ¿donde está Javier?
Se para y gira, hay una boca desarticulada que le jadea en el rostro.
Tiene el mentón de un rojo brillante y las vísceras de su amigo aun le cuelgan de los dientes.
Ya no hay tiempo de correr.
Cierra los ojos y siente como le crujen los huesos ante el poder de aquellas mandíbulas.

En la espesura del monte convergen la belleza de la naturaleza con su faceta grotesca, que a veces sale de su escondite, y nos enfrenta.--

6 comentarios:

Córdoba Uyulala dijo...

El final es... magistral. La naturaleza de dientes y garras.Gracias.

madroca dijo...

Espeluznante, sobretodo para los que alguna vez cuando nos adentramos en la naturaleza nos hemos sorprendido al estremecernos cuando escuchamos un ruido que se sale de los normales entre los arboles, ufff, todavía recuerdo una noche que me meti entre un grupo de ovejas que estaban tranquilamente durmiendo, sus ojitos rojos en la oscuridad me tuvieron sin dormir varios días.
Un saludo querida amiga, sigue "asustandonos"

Musaraña dijo...

La leche!! Ya no podemos quitarnos el miedo pensando que escribes sobre cosas de tipo fantástico. Escribes sin límites, sacando el lado macabro de la realidad, de cosas que son asi como las ves.

Este fin de semana no piso monte ni de coña.

Anónimo dijo...

da miedo!!
me gusta tu estilo

Alberto

Marucha dijo...

pues que esto es arte terrorífico,y me lo estoy llevando para mi face !!!!!

haber cuantos más se asustan !!!

NURIA dijo...

¡Si es que la naturaleza tiene "habitantes" muy peculiares,
y a veces lo olvidamos! ¡Besossss!

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