Monstruos que retozan en este sitio:

miércoles, 23 de junio de 2010

RESPETARAS MIS CICATRICES


¿Cuantos años tendría? ¿Cuanta mugre cargaría? ¿Qué tipos de enfermedades minarían ese cuerpo? ¿Qué nivel cultural llevaría como sombrero en su mente?
Caminaba hasta la Iglesia y se sentaba en la escalerilla con la mano al frente. Pidiendo limosnas. Exigiendo monedas. Agradeciendo a desgano e insultando cuando pasaban sin mirarla.
La Yeya le tenía miedo, era indigente pero loca también. Andaba por la vida caminando casi como cubriéndose con los hombros, a la defensiva, viendo seres que no existían, observando auras que en la tibieza de su cruel alienación tenían significados según el color y la sensación que ha ella le producían.
La Yeya, a la Negra Marta, no se le acercaba.
Cada vez que la veía pasar se alejaba unos pasos y la quedaba mirando, luego trataba de hacerse la tonta y no darle importancia a los 4 niños que la seguían.
4 niños translúcidos. 4 niños que aun no estaban seguros si ella podía verlos o no. Siempre caminaban en fila india por detrás de la Negra Marta, los dos más pequeños jugando entre si.
Eugenio, el mudo, le tenía ganas.
Todos se daban cuenta de eso. La miraba y se tocaba el bulto. Se limpiaba la baba que le caía con la manga hedionda de la camisa y le susurraba piropos picantes.
Un sábado a la noche la Negra Marta lo miró de reojo y le sonrió mientras deslizaba sus amplias caderas hacia el fondo de la iglesia, entrando en la oscuridad y desdibujando su silueta en la espesura de la noche.
El "mudo" no se hizo de rogar y la siguió apurado.
La Yeya se apartó y antes de cruzar la calle dio una última mirada. A la cabeza le llegaban los jadeos y manotazos deboradores de sexo, lenguas furtivas, piernas en alto. La mirada de la Negra Marta a través de la oscuridad la hizo correr, los ojos rojos atravesando la noche, el odio y la virulenta violencia que exudaba le pegó en la espalda obligándola a cruzar la calle sin mirar siquiera, un auto casi la choca, pero el miedo que se había apoderado de la Yeya hizo que apenas se diera cuenta de eso.

continuará

5 comentarios:

Malena dijo...

Desde el verano q aquí comenzó hasta tu invierno.., mi niña..
te envío mil besitos_dulces
y muchos mimos con forma
de achuchón para q no tengas frío..

En cuanto al post, me gustó muchoooo!
Puedo imaginar cualquiera de los personajes, y me encantaría interpretar a cualquiera de ell@s..

Tb me recordaste a "Misericordia", de Galdós.., pero con gotas de originalidad fluyendo por todos los poros.., traspasando la tarima bloggera..

Y es q tú eres soberbia, D..

Bss!

Male.

Malena dijo...

Te contesté sobre la Noche de San Juan.., D.., en gotas de vida..

Y te dejo coment en el otro post!

M.

Musaraña dijo...

Que crueldad hacernos esperar tus inquietantes palabras!!

madroca dijo...

Uffff, me he quedado con ejos ojos rojos mirandome desde el fondo de la oscuridad de la iglesia, brrrrrr, voy a por el otro capítulo,

E$xcelente querida amiga

Marie dijo...

Es muy triste que personajes como la Yeya sean mas reales que imaginarios, y más triste aun que la gente está tan acostumbrada a ellos que ya ni les importa y pasan por su delante muchas veces sin inmutarse, ignorandoles por completo, pero los pocos que si le prestan atencion lo hacen arrugando la nariz, y haciendo una mueca de asco con los labios. La yeya es parte de la horrible realidad en la que vivimos muchos paises pobres. Lamentablemente la verdad es que con darle unas monedas no solucionamos el problema de su miseria, solo le ayudamos a sobrevivir un dia mas...pero a la larga que?
Muy buen texto querida escarcha...como siempre.
Besos!!

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