Monstruos que retozan en este sitio:

viernes, 16 de abril de 2010

TODO POR AMOR (tercera parte)

Julián pensó en preguntarle a sus compañeros sobre la nueva mujer de limpieza, pero lo olvidó.
Se concentró en su trabajo toda la tarde. A las 8 y media se sirvió un café, faltaba media hora para salir y ya lo ansiaba. Le dolía la cabeza y los ojos le ardían. A las 8 y treinta y cinco minutos, golpearon la puerta y la abrieron con delicadeza. Marcela, la administrativa del segundo piso, le traía 2 hojas con números de una cuenta bancaria que debía saldar.
Cómo era constumbre en Julián, lo recibió sin chistar y con una amplia sonrisa de por medio.
Esos papeles indicaban casi una hora más de trabajo.
Se acercó a un pequeño equipo musical que tenía a su derecha y colocó un CD de Beethoven. Al menos eso haría que lo que restaba de números y cálculos fuera un tanto más agradable.
Varias veces escuchó pasos que iban y venían fuera de su oficina y en algún momento recordó a la mujer de la limpieza, pero fue una imagen fugaz.
Por la puerta de vidrio podía ver las sombras de sus compañeros que se retiraban y las voces de despedida. Al parecer esa noche cerraría él.
No importaba, la paga era buena y no sería la primera vez que se quedaba haciendo horas extras.
Entre estar con los números en su oficina y tomando un café en la soledad de su departamento, no había mucha diferencia.
A las nueve y cuarenta terminó con todo. Se levantó de su silla complacido y estiro los brazos, moviendo la mitad del torso hacia la derecha y luego la izquierda, provocando que los huesos crujieran acomodandosé.
Sonreía, había decidido salir y tomar algo en el bar de la esquina, al menos para mirar la gente pasar, pensaba en esto cuando se abrió la puerta de golpe y apareció la mujer gorda con las manos en la cadera y una extraña mirada en los ojos. No tenía ni la escoba ni el balde de agua en las manos y eso le provocó un mal presentimiento.
Por unos segundos ninguno de los dos dijo nada. Ella lo miraba sonriente y casi desafiante. Él compungido y aterrado.
Lo que siguió sucedió en cuestión de minutos.
Julián no tuvo tiempo de reaccionar.
La gorda corrió saltando con asombrosa agilidad por arriba del escritorio y tirándosele encima.
Julián cayó al piso y ella se sentó sobre su pecho dejándolo inmovilizado.
Le arrancó la camisa, haciendo volar los botones en todas direcciones y comenzó a pasarle la lengua por la cara, dejándole el olor a aceite rancio y alcohol de su aliento por todo el rostro.
Julián quería gritar pero las arcadas no le dejaban hacer nada, el estomago subía y bajaba en intentos rabiosos por vomitar.
La gorda le escupía en la cara y después le volvía a pasar la lengua asquerosamente por el cuello y el pecho también.
Gritó. Por fin pudo gritar, y lo hizo con estruendo, pidiendo ayuda, con voz ronca y delirante, casi como en un aullido.
La gorda le tapó la boca y lo observó un momento.
-No te hagas el bonito que yo se que te gusta -le susurró al oído.
A Julián le saltaban las lágrimas como grandes granos de arroz.
La mujer lo miró incrédula. ¿Su hombre estaba llorando como niña y pidiendo que lo rescataran de sus amorosos brazos?
¿Dónde se había equivocado? ¿Por qué él no reconocía su admiración y le daba lo que ella quería?
-Tocame -le gritó poniéndole la mano en uno de sus enormes pechos.
La gorda cerró los ojos disfrutando del contacto y el pobre muchacho, flaco, débil, aterrorizado y humillado aprovecho el momento para burlar la mano que le tapaba la boca y morderle los dedos dejando el meñique destrozado.
La mujer abrió grande los ojos y gritó dándole tremendo puñetazo que lo dejó fuera de combate sumido en un profundo desmayo.
Cuando nuevamente despertó, estaba tirado en una habitación sucia, maloliente, practicamente vacía, salvo por una cama en un rincón cuyas sábanas, adivinaba, negras de mugre.
Se encontraba atado, con las manos a la espalda y amordazado. Se levantó tratando de hacer caso omiso a los calambres que le atormentaban las piernas y se dirigió como pudo hasta la puerta que estaba cerrada con llave, miró por el agujero de la cerradura y la vio. Sentada en un sillón. Comiendo en medio de las moscas y rodeada por perros que en cuanto se acercaban por un poco de comida los ahuyentaba a las patadas.

continuará

3 comentarios:

Malena dijo...

No, no, no...!!!!
Aunque en el fondo.., no lo quiero saber todavía..! Es como cuando visiono una película en el video, y me gusta tanto q no quiero llegar al final!

Esperaré (aunque creo q sin uñas.., y con unos cuantos mordiscos en la mano dcha.. Lo del pelo.. se lo debo a una señora de nombre "quimio".., así q te exhimo!

Sabes q te quiero, verdad?

Male.

Anónimo dijo...

si, si ME GUSTA!!

ARNALDO

Musaraña dijo...

Guauuuu enganchas más que la droga...

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