Monstruos que retozan en este sitio:

miércoles, 27 de enero de 2010

...Y YA NO PODRÁN SER AMIGAS (el fín)

Acechó en las sombras. A cada movimiento que surgía de la pieza contigua unos ojos azules se abrían. Conocía sus horarios, ella se despertaría e iría al baño, luego a tomar agua.
A las 4 y media de la madrugada el ritual se hizo presente, llenó con agua el vaso le puso un hielo y se fue al baño dejándolo en el mesón.
Oriana corrió descalza y le hecho un somnífero que tenía licuado de antemano y volvió a su pieza a recostarse.
Respiraba tranquila, lentamente sonreía a medida que los sonidos le decían que hacía Marisa.

Ruido de agua en el inodoro.
Ruido de agua en el lavamanos.
Ruido de puerta que se abre y se cierra.
Ruido de vaso que se levanta.
La sonrisa aumentaba.

La imaginó bebiendo con ansiedad.

El cuerpo de Marisa tirándosele encima la tomó por sorpresa.
Marisa la había inmovilizado, estaba sentada sobré ella y tenía las piernas fuertemente cerradas en torno a cuerpo. Con las manos le tomó la cara y hundió los dedos a los costados de la boca haciendo que Oriana abriese los labios. Con la otra mano, riéndose con fuerza tomo el vaso de agua y lo hecho en la boca de la escultora que intentaba escupir. Las manos de la taxidermista ya no eran manos, ahora eran garras y se clavaban en las encías, en los labios, en el mentón. Intentó escupir el agua pero gran parte pasó directo por la traquea. Cuando el líquido se acabó le tapó la boca y se quedo sobre ella lanzando carcajadas frenéticas, con los ojos oscuros abiertos y tan grandes que sentía que eran agujeros negros y que por ellos se iba a perder para toda la eternidad.
En cuestión de minutos cayó en un sopor profundo.
Cuando la escultora dejó de luchar tomó una jeringa que tenía preparada y se la inyectó.
Luego se dirigió a la otra pieza, tomó la cabeza de su amada, la beso en la boca y la cargó bajo el brazo, llevándola a la pieza subterránea donde comenzó con los preparativos para la disección.

La mezcla de somníferos y calmantes iba desapareciendo, le costó volver a la realidad. Desvariaba cambiado de un estado onírico a uno más concreto en vaivenes irregulares.
Poco a poco los sentidos comenzaron a despertar. Primero fue el frío de la mesa de autopsias. Luego el dolor intenso. Intentó fijar la mirada y con horror vio como tenía la cabeza de la muerta a medio cocer en el abdomen. No gritaba por que no podía. Se sentó como pudo sosteniendo a la amante muerta. Marisa había empezado a cocerla. Tenía alrededor de unos 15 puntos, 15 hinchados y sanguinolentos puntos. Se recostó de nuevo agarrando la cabeza del pelo rubio e intentó pensar.

Marisa estaba sumergida en su labor cuando tocaron el timbre, desde que vivía con Oriana se había vuelto paranoica, esperaba a la policía a cada segundo, imaginaba a la escultora corriendo por las calles pidiendo ayuda tal como lo había hecho su antiguo amor al enterarse que la taxidermista ya había empezado a probar con cabezas humanas.
Su sensual escultora había fallado la prueba, cuando Marisa le dijera que tenía que irse ella tendría que haber respondido que no, que se quedaría con ella porque la amaba, pero en su lugar pidió tiempo para prepararse y al hacerlo había firmado la sentencia de muerte.
En la puerta eran unos vendedores, les dijo que no en la mitad de la frase y les cerró la puerta con bronca.
Entró a la pieza, tomo la aguja y se dio cuenta de que unos puntos se habían escapado, se acercó para mirar la piel cuando la escultora se levanto de golpe y le introdujo un bisturí en el pómulo.
Marisa soltó la aguja y gritando horrorizada intentó sacarse el objeto cuando una tijera penetró entre las costillas y un segundo bisturí en la garganta.
Se cayó sentada emanando abundante sangre por las 3 heridas, lo último que vio fue a su hermosa escultora, desnuda delante de ella, con la cabeza de su amada colgando del abdomen.

Oriana se vendó el hueco que se dejó al arrancarse a la maldita amante muerta de su cuerpo y se vistió tranquila.
Limpió la sangre como una buena ama de casa. Y mientras olía el ambiente cargado de desodorante aroma a rosas cerró la puerta del frigorífico no sin antes mirar a su difunta amada taxidermista recostada en la mesa de autopsias con un enorme vientre cocido.
-Si te la hubieras comido, te habrías ahorrado unos cuantos problemas- le explicó-como por ejemplo... ¡conocerme!
y cerró la puerta con fuerza.

3 comentarios:

madroca dijo...

desenlace entere dolor y sangre una vez más marcado por lo que pudo haber sido y no fue, por la manera cruel en que el destino, trágico ya de por si, se ensaña en las dos protagonistas de tu historia Escarcha, lucha por la supervivencia en ese mundo oscuro y oculto de las "sombras" personales.
He disfrutado con el relato, mis felicitaciones

Malena dijo...

NO HAY "HAPPY_ENDS" SIEMPRE!
SIMPLEMENTE HAY FINALES E HISTORIAS ESCRITAS, NARRADAS, LEÍDAS..., Y ESTA FUE UNA
DE ESAS HISTORIAS Q SE QUEDAN
EN TU MEMORIA PARA RESCATARLAS
EN CUALQUIER MOMENTO!

ABRAZO_INMENSO!

MALENA

(EL PAÍS DE LOS BOSQUES ECHA DE MENOS TUS "SOMBRAS"...)

Musaraña dijo...

Guauuuu! Alucinante de verdad, me esperaba un fin totalmente diferente. Este giro de la historia me parece muy bueno porque no es la tipica historia previsible.

Muy bueno de verdad...Eso me hace pensar...¿con que historia lograrás superarlo?

Un beso :)

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