Monstruos que retozan en este sitio:

domingo, 17 de enero de 2010

MUJER PERRO (Final)

Doña Clara, la del departamento 3, se asomó al balcón asustada.
Doña Irma, la del departamento 5, ya estaba fuera.
-¿Dios mio, que está pasando ahí?- preguntó, mirando en dirección al departamento 2.
Los gritos del hombre, las había hecho salir aturdidas.
-¡Oigan, Oigan!- exclamó una, mientras golpeaba la puerta.
A los cinco segundos, los sonidos cesaron.
Las mujeres se miraron entre ellas y luego cada una entró a su domicilio.
Ya casi era de noche y ninguna advirtió la fina linea de sangre que salía por debajo de la puerta.
Pero al día siguiente, el amanecer las obligó a descubrir el charquito que se había formado.
Una gritó, otra lloró, una tercera vieja golpeó la puerta y una cuarta por fin llamó a la policía.
Estaban en este proceso cuando la puerta de la terraza se abrió. Era una terraza pequeña que estaba en el recodo del edificio y donde la gente aprovechaba para tender la ropa. Las mujeres, desde donde estaban, podían ver perfectamente quien salía.
Al principio no la reconocieron.
La vieja que hacía un rato lloraba lanzo un alarido monstruoso que hizo asustar a las viejas que se encontraban a su lado.
Una mujer, de unos 25 o 30 años, con el cuerpo practicamente entero barnizado en rojo oscuro apareció con algo que en un principio parecía ropa, pero que no lo era.
Sin prestar atención, en un estado como de trance, se dedicó a colgar lo que tenía en las manos... aquello que parecía ropa, pero que no lo era.
Tomaba los broches y las dejaba bien sujetas a la cuerda.
No eran prendas. Parecían... pero no lo eran.
Extendió 4 trozos y volvió a entrar sin importarle los gritos de la gente que ya se congregaba en el balcón.


La mujer que antes fuera mujer perro pero que ahora se negaba a serlo entró al departamento y se sentó en el piso junto al cuerpo de su marido que con los años se convirtió en amo y que ahora era el tirano destituido y despellejado.
Se quedó mirándolo unos cuantos minutos, que fueron horas o siglos, ya no importaba.
La fortaleza que había experimentado empezó a diluirse y a escaparse de su cuerpo. Por los ojos, aguandole la vista. Por la entrepierna, llenándole los muslos de un líquido caliente.
El amo, tirano, dueño absoluto de las caricias en la cabeza estaba muerto y la certeza de que a pesar de todo lo había amado empezaba a abrumarla.
La soledad le hacía cosquillas en el estómago y comprendió que debería salir a buscar un nuevo amo.
¿Cuantas veces él le había hecho entender verdades a fuerza de puñetazos? y una de esas era que ella sola no servía para nada, que necesitaba de alguien que le muestre el camino, que el estigma de haber nacido mujer lo cargaría como monstruosa mochila, doblándole la columna vertebral, por el resto de los días.
A la mujer perro creada a patadas y con humillaciones varias le habían roto la caja de la razón y los resortes saltaban todos desparramados por la sala de la cordura.
La mujer que devino en los años a mujer perro... estaba ahora rabiosa.


Querían tirar la puerta a patadas.
Los vecinos, todos viejos de más de 70 años, no podrían, y la policía siempre tardaba en llegar... si es que la habían llamado... si es que la vieja aturdida por la crisis de nervios había llegado al teléfono sin desmayarse en el camino.


Lo lloró en un duelo de quince minutos mientras se bañaba y otros 5 minutos más mientras se vestía.
La mujer perro se limpió la espuma que le salía de la boca para que ningún veterinario la reconociese como rabiosa y se retiró por la puerta trasera de emergencia con total comodidad, y caminó por las calles con un bolso grande al hombro, dentro llevaba la mano del amo anterior por si necesitara de caricias en la cabeza hasta que encontrara otro.
La mujer perro había probado la carne cruda.
Y cuando un perro la prueba, dicen, que luego vuelve por más.

3 comentarios:

Heraldo dijo...

Como los mejores relatos, éste admite múltiples lecturas, a varios niveles. Sorprendes como siempre con pequeños giros inesperados. El horror de tu literatura consiste en enfrentarnos con un mundo donde el bien, el equilibrio, la salvación, parecen ilusorios. Uno se siente tentado a calificar tu literatura como feminista, pero sería una visión limitada. Puedes presumir de haber encontrado algo que mucha gente que escribe busca: estilo personal. ¡Felicitaciones!

madroca dijo...

Felicitaiones por tan crudo relato, has logrado que tus sentimientos se mantengan al margen de la narración, has creado los personajes concisos y con suficiente fuerza para que no necesiten contar más de si mismos que lo que tú dejas intuir.
Un excelente relato inquietante, desgarrador, pero que en ningún momento peca de morboso, sigue así.
Un saludo

Malena dijo...

LO ADMITO... YA NO VALE ENGAÑARSE!
SOY ESCLAVA DE "TUS PALABRAS"...
EMPEZÓ A SUCEDER CON LA PRIMERA PARTE, CON LA SEGUNDA... ME ENGANCHASTE CON TUS TEXTOS,
Y AHORA YA SÓLO ME QUEDA
SEGUIRTE COMO "PERRO FIEL"!

SOBERBIO EL "END"! TINTES BUÑUELISTAS Y SABOR A "PERRO ANDALUZ"...!

ABRAZOS, AMIGA!
(Y GRACIASS POR TU COMENTARIO
Y TUS PALABRAS... ¡SE VALORAN
MUCHO!)

MALENA

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