Monstruos que retozan en este sitio:

sábado, 30 de enero de 2010

CUANDO EL AMOR VUELVE POR EL AMOR


Lorena lo amaba, sentía fascinación por él. Cuando lo veía aparecer doblando la esquina, el corazón le saltaba en el pecho.
Era un rebelde, se vestía de negro y manejaba una moto grande. Los cuatro años que se llevaban no impidió que se enamoraran perdidamente. Por supuesto que él creía que sus catorce eran en realidad dieciséis. Con el tiempo aclararía esa mentirilla… pero con el tiempo. Cuando estuviera segura que él la amaba tanto como ella lo hacía. Cuando estuviera segura de que sus catorce no lo apartarían.
El sábado mintió que saldría con una amiga y se encontró con su amado en una plaza céntrica. De allí se fueron a bailar. Lorena bebió poco y hubiese querido que Daniel no lo hiciera, pero confiaba en él. Era grande y sabía lo que hacía. ¡Se sentía segura a su lado!
Salieron de la fiesta a las cinco, Lorena tenía que estar media hora después en su casa.
La ruta estaba fría y solitaria.
Daniel, aumentó un poco más de lo habitual la velocidad.
El caballo cruzó lentamente y ninguno de los dos supo nunca que pasó. El impacto fue brutal y volaron varios metros. En el aire, Lorena percibió el silbido del viento en los oídos. Por instinto intentó aferrarse a él pero no pudo. El cuerpo de su amado se le escapó de entre los brazos, creyó verlo rodar cuando ella todavía iba en el aire. El choque la había despedido con tanta fuerza y violencia que aun conservaba la sensación de la espalda de Daniel junto a su pecho.
El ruido de metal arrastrándose y vidrios rotos duro un instante. Luego silencio. El animal había quedado en medio de la ruta, dando pequeñas patadas mientras la agonía lo adormecía.
Lorena por ratos escuchó sirenas, voces, pisadas. Las piernas las tenía entumecidas, ojalá hubiese podido moverse o ¡gritar al menos! Tenía pasto en la boca.
El sol comenzó su ascenso. Abrió los ojos sintiéndose con más fuerza. Poco a poco se paró y miró a su alrededor. ¡Estaba sola! Del accidente solo quedaban manchas de sangre y algunos vidrios rotos. El impacto con el animal la había expulsado a varios metros de distancia de la moto y de Daniel. Nadie la había visto. Y seguramente al corroborar con la familia del muchacho le abrían confirmado que estaba solo. Lo de ellos era un secreto. ¡Un adorado secreto!

No sentía dolor. Tampoco miedo de estar sola… en realidad, lo único que le preocupaba, era como estaba Daniel.
En la ruta caminó un poco hasta que encontró una camioneta parada a un costado, el hombre había cambiado la rueda y se disponía a partir. Corrió y se trepó a la caja sin que el conductor lo percibiera. Se encogió un poquito entre varios tachos para no ser vista, y despacio se acomodó el pelo, la ropa… todavía tenía pasto en la boca.
Llegó al hospital, ingresó por urgencias. Recorrió varios pasillos hasta que en un recodo alcanzó a ver a la madre de Daniel sentada a la salida de terapia, la abrazaban las hijas y lloraban todas. Un escalofrío le recorrió la espalda. Se acercó lentamente. Una de ellas se dio media vuelta abruptamente y la miró unos segundos, luego volvió a abrazar a su madre.
Estaban dentro del horario de visitas.
Entró. Le costó reconocerlo. Ese rostro que ella amara tanto estaba prácticamente desfigurado por los golpes. Le acarició el pelo lentamente.
-Daniel- le susurró al oído- Dany soy yo, estoy bien, vine a verte. Afuera está toda tu familia. Están muy preocupadas… ¡pero están juntas! Yo estoy sola. No me dejes Dany. Hacelo por mí. ¡Te amo! Por favor Dany no me dejes.
Él abrió los ojos lentamente y la miró, intentó una sonrisa, los aparatos que lo rodeaban empezaron a emitir sonidos alarmantes y varios médicos con enfermeras entraron presurosos… Lorena tuvo que salir asustada.
La madre de Daniel lloraba dando gritos desesperados y las hijas le sujetaban los brazos en un vano intento por calmarla.
-¡Tanto escándalo!- murmuro enojada. Celosa de aquellas mujeres.
Quince minutos después salieron los médicos con palabras tranquilizadoras… habían logrado estabilizar al muchacho luego de un paro cardíaco. La situación era aún crítica, las próximas cuarenta y ocho horas serían decisivas.
Mientras el médico les hablaba la misma hermana de Daniel que la mirase al entrar se dio media vuelta y volvió a observarla… ¿la estaba mirando o buscaba a alguien con la mirada? Volteó y prosiguió escuchando al profesional mientras abrazaba a su madre.
Ahora las odiaba. En cuanto Daniel se recuperara lo perdería entre los brazos de aquellas mujeres sobreprotectoras. Él era solo para ella.
Estuvo una hora en aquel pasillo, indecisa, sentada frente a ellas, observándolas, escuchando sus gemidos, sus lamentos. Esos gimoteos y sollozos la tenían cansada. Era todo un burdo acto dramático de desesperación. ¡Nadie lo amaba como ella lo hacía! ¡No se los dejaría! Sin previo aviso, se levantó y entró. Se recostó a su lado, abrazándolo con fuerza, cuando él abrió los ojos para mirarla y los aparatos comenzaron su sonido alarmante, no lo dudó ni un instante, le tomó de las manos y se lo llevó con ella.
Nuevo movimiento de médicos que entraban corriendo, una de las hermanas de Daniel se apresuró hacia la puerta antes de que esta se cerrara y un viento helado la cruzó haciéndola retroceder y mirar a sus espaldas. Al hacerlo sólo vio a una jovencita de cabellos negros que se alejaba mirándola, riéndose.

Él la llevó por esa ruta aquella noche, a toda velocidad la alejó de todo lo que quería y conocía… ahora ella lo llevaría por un camino distinto.

Cuarenta y ocho horas después del accidente, un grupo de chicos que jugaban entre grandes montículos de ramas, pasto y hojas secas que habían cortado esa semana encontraron el cuerpo de una niña de catorce años.
La noche del accidente, el cuerpo de la muchacha había quedado prácticamente oculto, se encontraron hojas secas y pasto en la boca y traquea. Según la autopsia había sobrevivido varias horas… el forense se estremeció al pensar que tal vez estaba lúcida, intentando gritar, ahogándose en aquella vegetación y que nadie la escuchaba mientras los médicos y policías buscaban más cuerpos.


Lorena, solitaria, había vuelto en busca de su amor.

4 comentarios:

Malena dijo...

TE AMARÉ HASTA QUE MI CUERPO
PEREZCA INCINERADO,
Y DESPUÉS SERÁ MI ALMA
LA QUE TOME EL RELEVO!/MALENA

ME ENCANTÓ EL POST UNA VEZ MÁS!

UN FUERTE ABRAZO! (Y GRACIAS POR TU COMENTARIO... TUS PALABRAS
SIEMPRE SE VALORAN!)

MALENA

madroca dijo...

Una vez más tu post agarrota el corazón y luego lo desboca rapidamente como si una inyección de adrenalina actuara directamente a través de tus palabras. Sencillamente genial, al igual qu todas las imágenes que eliges, fascinantes.
saludos

Musaraña dijo...

Vaya historia! Tienes un gran talento para conseguir alargar la tensión hasta el final. Una no respira hasta que acaba la historia.

Genial como siempre :)

Anónimo dijo...

historia realmente atrapante, mientras la iba leyendo nunca me hubiese imaginado ese final, muy triste.. pero nada, el amor volvio y fue en busca de lo suyo.!! gracias por compartir.. nonisortega

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