Se toma un mate mientras estudia los conceptos básicos de la
pedagogía. Mira por la ventana y suspira, está sumida en la paciencia. No tuvo
problemas en tratar a los adultos, pero los niños son una materia pendiente, en
cuanto uno se le acerca ella irremediablemente retrocede. ¡Tan pequeños! ¡Irresolutos!
¡Tan poco terminados!
Alfabetizó con eficacia a todos los adultos y adolescentes
que pasaron por su camino. Tuvo teorías y didácticas que al ejecutarlas nunca
fallaron. Al principio hubo quejas, pero los resultados fueron más que
satisfactorios. Cuando decidió incursionar en la instrucción inicial comenzaron
los problemas, no podía utilizar los mismos recursos, levantaba el látigo y
temía usar demasiada fuerza, entonces quedaba petrificada mientras ellos le
mordían las piernas. Llegaba cada día exhausta y con los dientes de leche
marcados en los antebrazos.
¿Cómo había pasado de ser una instructora rigurosa a una ridícula
mujer atrofiada?
Tal vez tenía la imagen equivocada, su madre le había
enseñado que los niños eran la inocencia en estado puro, pero el ADN que habría
podido recoger de las muestras dentales dejadas en su cuerpo, le decían lo
contrario.
El último día se dirigió como de costumbre a la escuelita,
cruzó el monte, ingresó por el primer camino de tierra y en la bifurcación
dobló a la derecha, siguiendo siempre el cartel de madera con la flecha. Cuando
entró al habitáculo dos reptaban por debajo de su escritorio, uno colgaba del
techo con esa sonrisa de oreja a oreja que caracterizaba a todos, dejando a la vista los
colmillitos puntiagudos, y un cuarto cerró la puerta, golpeando el látigo que
tantas satisfacciones le diera con los adultos, en la palma pequeñita de la
mano.
Esa tarde abandonó la práctica y decidió volver a los
estudios de la conducta humana.
Durante la noche los niños colocaron de nuevo, en la
bifurcación del camino, el cartel que decía: Escuela El Niño de Belén, a la
izquierda.
9 comentarios:
Qué traviesos, pobre profesora, aunque me pareció que se lo merecía por ser tan dependiente de su látigo.
Saludos querida Diana
¡Buenísimo! ¡Lindo Kinder Garden de Nosferatutitos! ¡Me encanta como repentinamente introduces la acción aterradora Diana! Genial. Abrazos admirados.
Hay Diana has puesto la letra en un tema muy sensible. ¡Cuantas maestras deben percibir hoy que la realidad supera a la ficción...! Me queda una pregunta: ¿Habrá tomado la bifurcación correcta...? Abrazo
Jajaja!!! SOBERBIO, Diana!!! Los dientitos de leche... Este te salió redondo. Empieza, transcurre y cierra como un collar!!!
Sos grossa, mujer!!!
Besos embrujados!!!
P/D: Ojo con los carteles, vale? ;)
¡Qué bueno, Diana! Es un micro muy perturbador; desde el látigo de la docente hasta ese final que enseña la picardía de los vampiros pequeños.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Jajajajajja ay la profesora!!
Me ha gustado mucho =)
Besotes
Pequeños demonios D:
Alumnos y docente, tal para cual, jaaaaaaaaaa.
Aunque espantada como siempre, esta vez me voy de tu casa con la tranquilidad de saber que cada uno obtiene lo que anda buscando!!!
También me voy dejándote el beso admirado de siempre, Escarcha.
Hola Escarcha , muy bueno lastima que al fianl , le pagaran de la misma forma , jajajajaja besos de Lm.
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